El herbicida más usado en el mundo, promovido por las empresas como un herbicida de amplio espectro. El equipo de investigación liderado por Eric Seralini posee una importante cantidad de publicaciones científicas que desmuestran que el glifosato, molécula activa de este herbicida, bloquea la actividad de la aromatasa (enzima indispensable para la síntesis de estrógeno). Adicionalmente demostró que, el glifosato en sinergia con los otros elementos coadyudantes del RR, provocan muerte celular.
La soya es la planta genéticamente modificada más cultivada en el mundo y también es la que tiene mayor impacto en la alimentación por medio de su incorporación en los productos agroindustriales, siendo la lecitina de soja un emulsificante que se presenta en un 80% de los alimentos ultraprocesados.
El aumento de pesticidas en el mundo tiene graves consecuencias ambientales y en el desarrollo de problemas de salud entre agricultores y consumidores.
Entre las consecuencias ambientales se encuentran el desarrollo de supermalezas resistentes al glifosato, lo que obliga a este modelo tecnológico dependiente de insumos químicos a desarrollar y aplicar herbicidas cada vez más tóxicos.
Se trata de una carrera contra la naturaleza, donde se quiere imponer un modelo agrícola que ya ha demostrado atentar contra la soberanía de los pueblos, la salud de quienes siembran y quienes comen y a favor de un oligopolio empresarial que controla la venta de semillas y su paquete químico asociado.
A pesar del discurso de las empresas del agronegocio que venden los OGM como la panacea para el aumento de la productividad agrícola y solución futura para los problemas cruciales del planeta (sequías, cambios climáticos, carencias alimentarias, etc.) en la actualidad estos organismos solo sirven: 1) Para que las empresas vendan más pesticidas y re-concentren el mercado de semillas; 2) para la profundización en el modelo de la agricultura intensiva, el cual recibe las mayores subvenciones en el mundo; 3) para privatizar los recursos naturales del mundo, incluyendo la privatización y la extranjerización de tierras.
Hoy se hace evidente las consecuencias de los organismos genéticamente modificados y sustancias tóxicas liberadas al ambiente. Los estudios de Gilles-Eric Séralini y de un importante grupo de investigación revelan que no existe una equivalencia nutricional entre los organismos transgénicos y convencionales, lo que representa una severa amenaza para la seguridad alimentaria del mundo.
De manera que el uso directo de siembra y semillas transgénicas tanto para alimento humano como para forraje en la producción de carne es cuestionable, tanto por su valor nutricional como por las consecuencias fisiológicas de quienes consumen estos alimentos.
Los experimentos evidencian que el maíz transgénico, aún sin tener contacto con el herbicida-glifosato- induce alteraciones metabólicas, nutricionales e inmunológicas.
