Semillas híbridas y pesticidas

por Nov 5, 2022Uncategorized

| Ilustración: Semillas del pueblo |

Semillas

Son la base fundamental de la reproducción de la vida, alojan en su interior la estructura molecular que contiene el material genético que define a todo ser vivo (ácido desoxirribonucleico, ADN). Las semillas han sido elementos fundamentales de la evolución de la vida en el planeta tierra, y de la actividad agrícola que ha permitido el desarrollo de nuestra especie.

Las semillas híbridas

Constituyen el elemento central de la llamada Revolución verde; son semillas de variedades de plantas silvestres cuya genética ha sido modificada mediante el uso de técnicas moleculares y biotecnología. Constituyen variedades orientadas y seleccionadas para maximizar la producción, siempre y cuando se mantengan condiciones óptimas de irrigación, radiación y de fertilidad de suelos. 

Son el resultado de uno o más cruzamientos realizados en condiciones controladas, entre progenitores de constitución genética distinta y estable, y de pureza varietal definida. Un aspecto fundamental de esta tecnología es que el aumento en la productividad de los híbridos, conocido como el «vigor híbrido o heterosis« no se transmite a la progenie, obligando a los agricultores a comprar híbridos cada año para mantener la producción. Se trata de una semilla que no puede ser guardada ni resembrada, atentando con una práctica ancestral.

Pesticidas 

Las primeras alertas sobre los riesgos ambientales posguerra nos remontan a Rachel Carson y su texto Primavera Silenciosa. Carson en 1962 reporta cómo los pesticidas incorporados al modelo agrícola de la Revolución verde estaban produciendo la muerte e infertilidad en aves silvestres.

Desde Carson hasta hoy se han complejizado y profundizado las lagunas mortales en la evaluación de los efectos en la salud (nocividad del producto sobre sistema nervioso e inmunitario) de los pesticidas, sobre todo aquellos asociados a la siembra de semillas transgénicas de soya (glifosato, glufosinato) y la toxicidad inducida en el transgénico del maíz Bt (producidos por Monsanto).

De acuerdo con Giles-Seralini y un importante grupo de investigaciones que lo respaldan, las pruebas de las empresas semilleras en cuanto a la toxicidad de los OGM y su valor nutricional tienen importantes sesgos comerciales. Las pruebas de 90 días realizadas por estas empresas, que implican toma de sangre de mamíferos expuestos, no permiten afirmar la inocuidad de los principales OGM agrícolas (maíz y soja).

Estudios toxicológicos de la FDA en el 2003 (Hammond, B et al., 1996, Pryme y Lembcke 2003) revelaron una serie de imprecisiones científicas en las pruebas de toxicidad presentadas por Monsanto. En el 2007 y 2009 Giles-Seralini logró comprobar signos de toxicidad en el hígado y en los riñones que las empresas comercializadoras y autoridades no tienen en cuenta.

A diferencia de los análisis sesgados y a corto plazo de las empresas como Monsanto y Bayer, Seralini y su grupo de investigación realizaron pruebas de más de 90 días, pues ya está demostrado que los pesticidas se alejan en tejidos de mamíferos y tienden a tener un efecto acumulativo y por lo tanto de largo plazo.

Al final de la cadena alimentaria se encuentran en el cuerpo humano, los PCB, dioxinas y pesticidas que tienen tendencia a acumularse, algunos pesticidas que tienen estructura química afín a las grasas penetran y permanecen allí. Se trata de sustancias diseñadas para no disolverse en el agua lo cual dificulta su eliminación a través del sudor u orina, haciendo que los niveles de toxicidad en tejidos humanos sean muy altos por los procesos acumulativos en los tejidos.