Presentación
Comprender a Venezuela en sus complejas dinámicas políticas, sobre todo desde las izquierdas, demanda comenzar a reconstruir espacios de diálogo y debate político diverso. Dos décadas de una profunda polarización y, durante los últimos años, múltiples crisis con episodios de elevada conflictividad, desaparecieron del espectro público el debate directo y respetuoso entre ciudadanos con posiciones políticas antagónicas o de matices plurales.
Desde esta necesidad, el medio digital PH91 promovió un debate entre analistas políticos con trayectorias y posturas distintas, para compartir con su audiencia un marco de interpretación más amplio a las narrativas de triunfadores y vencidos que suele imponerse, a la de los números y los colores con los que se tiñó el mapa venezolano en las elecciones regionales de 2021.
Este encuentro se llevó a cabo el 16 de noviembre, cinco días antes de los comicios, con la participación de Lorena Fréitez2, Damián Alifa3, Colette Capriles4, Reinaldo Iturriza5 y Javier Biardeau6. Y se estructuró en cinco bloques de discusión que permitieron abordar aspectos sobre los procesos de reconfiguración de los actores y las fuerzas políticas, las estrategias y las agendas programáticas y sus impactos, la intervención del factor internacional y, en general, las claves para tener una lectura menos estática de los resultados. Este documento es una transcripción del debate, organizado en el mismo orden como ocurrió.
Resultados electorales
A razón de que este material será difundido días posteriores a la realización de las elecciones, además por lectores fuera de Venezuela, consideramos importante incluir una información breve con algunos datos sobre los resultados electorales. Estas llamadas “megaelecciones regionales” permitieron elegir 3.082 cargos de representación política, correspondiente a autoridades ejecutivas y legislativas de 23 entidades federales y 335 municipios.
Con información del primer y segundo boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE), se dio a conocer que votaron 8 millones y medio de personas (8.541.811) de un padrón electoral de más de 21 millones, lo que expresa un porcentaje de abstención del 60%, un número muy alto para la historia electoral venezolana.
Hace solo cuatro años en las regionales del 2017, elecciones similares a éstas, la abstención fue del 40%. De cada 3 venezolanos que votaron en esa elección, uno decidió no participar en ésta.
En términos numéricos los resultados favorecen ampliamente a las fuerzas del chavismo, principalmente, el partido de gobierno PSUV. Faltando aún por conocerse los resultados finales en los estados Barinas y Apure, donde las diferencias son muy pequeñas, el PSUV ha conseguido 18 gobernaciones contra sólo 3 de la oposición. En cuanto a las alcaldías, de los 322 municipios de los que hasta el momento se informaron resultados, el PSUV obtuvo el 64%, la oposición dividida obtuvo el resto: La Mesa de la Unidad Democrática 18%, Alianza Democrática 11% y otros partidos 7%.
A pesar de la victoria del chavismo, es evidente también el desgaste del apoyo al PSUV. De una votación de cinco millones ochocientos mil electores en 2017 pasa a un estimado de 4 millones de votantes, una vez se cierre el conteo de votos. Para muestra, se puede referir el caso del estado Miranda: Hector Rodriguez sacó 406.000 votos en estos comicios y hace cuatro años su candidatura recibió el voto de 641.736 personas.
Y el desgaste no es solo absoluto sino relativo. El PSUV sacó este domingo la mayoría de los votos en sólo cinco estados, cuando en las elecciones del 2017 lo había conseguido en 17. Sin embargo el llamado voto duro del chavismo, el 20% de la población sigue dando su apoyo elección tras elección.
Por el lado de la oposición los números no son mejores. No solo porque perdieron un gran caudal de votos entre el 2017 y este año, sino por la incapacidad política para generar candidaturas unitarias. Hay casos dramáticos como el del estado Mérida donde el PSUV obtuvo solo el 40% de los votos pero obtuvo la victoria ante la dispersión del voto opositor. O Táchira, histórico bastión de la oposición, donde la candidata Laidy Gómez pierde por menos de cuatro mil votos y el apoyo del tercero o incluso del cuarto contendiente le hubiera dado la victoria.
Debate comunicacional: Elecciones en Venezuela 2021
Introducción
Lorena Fréitez. Voy a hacer una introducción sobre el contexto donde nos encontramos y las elecciones en dónde se sitúan. Lo primero que nos llamaba la atención cuando iniciamos este debate es que desde 1999 hasta 2007 en Venezuela tuvimos un promedio de participación electoral del 58%, casi el 60% de la población se manifestaba, participaba de la política a través del voto. En múltiples momentos de alta tensión social y política durante el gobierno bolivariano, las elecciones tendieron a funcionar como un dispositivo capaz de resolver, al menos coyunturalmente, el conflicto.
Sin embargo, desde el año 2018 observamos la pérdida de la eficacia de este dispositivo. Las elecciones pareciera que dejaron de ayudarnos, a la sociedad venezolana, a resolver nuestros conflictos políticos. Observamos que desde ese momento tuvimos una disminución de la participación casi de 20 puntos. El menor nivel de participación que obtuvimos fue el año pasado con 31% de participación en las elecciones legislativas.
Pareciera que se instalan en el país unas condiciones donde algunas fuerzas políticas parecen conformarse, solamente, con la movilización de sus maquinarias. Otras se debaten entre renunciar a la vía democrática o ir a las elecciones, pero en unas condiciones difíciles, con sus bases desarticuladas y con un electorado, en general, muy desafecto. Un electorado desencantado de la política y de sus instrumentos.
En este contexto, el episodio electoral de este 21 de noviembre, pareciera tener sobre sus hombros la difícil tarea de emitir señales que permitan que la población se vuelva a reconciliar con la política, vuelva a creer en la política y en la vía democrática electoral como la vía privilegiada para resolver los conflictos políticos en Venezuela.
Es así que el espíritu general de este debate girará en el para qué de estas elecciones, ¿qué gana y qué pierde el país, su gente, con estas elecciones? Considerando que, si bien este país no es el mismo en términos de conflictividad política que el de los años 2017, 2018, 2019, el conflicto político sigue abierto. Hay dificultades para gobernar la economía, la situación económica es difícil, la desigualdad crece, a pesar de que vemos una leve recuperación económica y podríamos hablar de un goteo de dólares, es evidente que la desigualdad se ha acentuado.
Igualmente, el tema de los servicios públicos no se termina de estabilizar, el diálogo político en México está suspendido hasta nuevo aviso y la sanciones no amainan. El asunto de los derechos humanos tampoco parece resolverse, ahora tenemos en curso una investigación formal de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Entonces, en este contexto que estoy describiendo, ¿qué papel pueden jugar estas elecciones?.
Sabemos que el futuro de las mayorías no es “en abstracto”, el futuro de las mayorías depende del comportamiento de sus élites, depende de la dirección estratégica que impongan, de sus arreglos, de sus pactos, de sus tensiones.
Entonces, el debate se va a balancear en un eje que tiene dos polos: Un eje que va a analizar el comportamiento político de las mayorías, su interés o desinterés por la política; y otro, que va a analizar el comportamiento político de las fuerzas que se disputan la conducción de la sociedad.
I. Participación electoral y sus efectos
Lorena Fréitez. Vamos a empezar con un primer bloque de preguntas que tiene que ver con la participación electoral, un poco para caracterizar el clima social en que se van a desenvolver estas elecciones y sus posibles efectos. En el orden de intervención, este bloque lo va a abrir Damián y lo va a cerrar Javier.
Esta pregunta será para Damián: Considerando que en las pasadas elecciones la abstención, por un lado, se utilizó como arma arrojadiza contra el gobierno y el propio órgano electoral, y por otro, como indicador de la fuerza de dirección de la oposición que llamó a no votar. En esta ocasión, ¿qué puede decirnos una alta o baja participación electoral?, ¿cuáles son las expectativas sobre la participación en estas elecciones?.
Damián Alifa. Lo primero que habría que indicar es que ha habido un gran silencio de las encuestadoras desde julio. En julio se hablaba que la disposición a votar era bastante alta, incluso algunas hablaban de más de 64%. Sin embargo, luego han caído en un silencio, pareciera que fuera de pronóstico reservado la participación. Algunas encuestas estiman una participación similar a la del 2020, lo que sería nuevamente una reafirmación de un comportamiento electoral de la población que tiene un desdén por la participación política, que hay una crisis de representación.
Podríamos buscar algunas causas, sin adelantarnos a que ese sea necesariamente el pronóstico. Uno de los elementos es que la oposición no responde algunas preguntas: ¿por qué antes no se debía votar y ahora sí hay que votar? No responde, tampoco, qué hacer si su victoria es arrebatada por la vía de un protector7. Y no responde en qué cambia la vida del elector si vota por la oposición. Creo que eso es un factor crítico que tiene la campaña de la oposición; y por otro lado, el tema de la fragmentación de los candidatos. Aparte de esta división, también habría que tomar en cuenta que hay candidatos que están regresando del exilio, hay candidatos que se están incorporando a la ruta electoral de manera muy reciente.
Por otro lado, la campaña del chavismo en 2017 y 2020 había sido de reforzamiento de sus bases, es decir, del “todos juntos”, “vamos unidos, juntos podemos más”. Pero, la campaña de ahora intenta ser un re-branding, intenta ser más propositiva [con su slogan] “Venezuela tiene con qué”, una campaña que intenta persuadir a otros sectores. Vemos claramente que se parte en dos el chavismo: en el Zulia ves un chavismo rojo rojito y, por otro lado, en Carabobo ves un chavismo multicolor; en Táchira ves un chavismo rojo rojito y en Vargas ves un chavismo multicolor. Entonces, hay dos mensajes que no quedan claros, aparte de los grandes problemas de la sociedad y los problemas críticos de gestión por parte del gobierno, estos mensajes no logran persuadir del todo.
Lorena Fréitez. Antes de entrar en el análisis de las reconfiguraciones que están teniendo a lo interno cada fuerza política, este silencio de las encuestadoras me llama la atención, no sé si tú quieres comentar algo al respecto, Colette.
Colette Capriles. Sí, bueno, justamente coincido que el silencio existe, además notable, porque es a la vez un síntoma de lo arriesgado que es hacer un pronóstico en este momento. Sobre todo, es arriesgado, no por equivocarse o no, que eso al final la mayoría de los pronosticadores puede zafarse de un error de apreciación. Yo digo que es arriesgado porque está tan deteriorado el ambiente político -no en general de la actividad respecto a la campaña, sino de las relaciones entre los actores políticos-, que estos números van a hacer interpretados como un sesgo hacia uno u otro, cosa que a un encuestador serio no le conviene. Creo que hay un riesgo en la hermenéutica de los datos que ya nos está diciendo cómo va a ser eso el 22 de noviembre.
Es decir, el gran tema, a lo que nosotros nos enfrentamos como votantes, como ciudadanos, como expertos, como analistas, es que hay que construir un marco de interpretación de lo que ocurra el 21, que nos enfoque en los procesos que realmente están teniendo lugar en este momento. Porque aquí están teniendo lugar varios procesos al mismo tiempo.
Estas elecciones ya las veo, más bien, como un portal, como una cosa que abre unos caminos para lo cual los encuestadores todavía no tienen nombre, saben que están ahí, que hay tendencias, pero no las pueden evocar, hasta no ver una evidencia que colectivamente podamos evaluar. En este caso, la distribución del voto.
Y hay unos procesos de reconfiguración de la oposición. Esto es una exageración que voy a decir, pero estas elecciones están funcionando más como unas primarias de la oposición. Incluso también, por lo que tu dices Damián, que me parece justo, también hay movimientos dentro de las alianzas dentro del PSUV [Partido Socialista Unido de Venezuela] que vamos a ver cómo quedan. Hay un momento de reconfiguración de las fuerzas relativas de lo político que puede ser totalmente nuevo. Nosotros podemos entrar en una etapa de pluralismo relativo, que no tienen un centro, que tienen una confusión, que pueden polarizarse o despolarizarse, que yo no sé si es enteramente malo. Por eso digo que la narrativa debe enfocarse en lo constructivo, porque hay el cierre de un ciclo, en eso estamos de acuerdo.
Lorena Fréitez. Por lo que estoy escuchando de sus análisis, en esta oportunidad, así tengamos una alta o una baja participación, las condiciones no dan para leerlo como pudimos haber leído los resultados de las elecciones legislativas: la abstención como signo del debilitamiento del gobierno y como victoria de la oposición. En esta ocasión no, porque ambos actores se esforzaron por movilizar a su gente. Si no es así, ¿cómo podemos leer la abstención en este momento, Reinaldo, considerando lo que dice Colette sobre la apertura de un nuevo ciclo?.
Reinaldo Iturriza. Es un panorama complicado. Yo creo que podemos coincidir que en Venezuela se dirimió el conflicto político por la vía electoral, en condiciones normales para los estándares venezolanos hasta el 2015, cuando los dos grandes polos políticos del país hicieron su campaña. Estaba recordando, escuchando a Damián y Colette, que las características de la campaña de la oposición en 2015, que fue una campaña por debajo pero muy eficaz, muy centrada en ese momento en las fallas de gestión; y recuerdo la campaña con menos presencia de gente en la calle. Es decir, ahí creo que se apuntó a capitalizar el desgaste del gobierno, que ya en 2015 era bastante importante.
Yo creo que, efectivamente, a partir de 2016 o finales de 2015 entramos en un nuevo momento político. Una de las cosas que anuncia la derrota del chavismo en las parlamentarias del 2015 es el inicio de una fractura -que ha podido ocurrir antes y ese es como su correlato electoral- de lo que podemos llamar, gramscianamente, el bloque histórico chavista.
Javier, que va a intervenir ahorita, a propósito de esas elecciones escribió un artículo bastante bueno -él es muy bueno sacando cuentas-, analizaba que entre 2007 y 2013 el chavismo había ganado en 42 circunscripciones siempre, y en esa oportunidad, el chavismo perdió en 17 de esas 42 circunscripciones. Es decir, evidentemente, hay una cantidad de votos de gente que se abstuvo o que, incluso, castigó al gobierno, que ya lo había hecho anteriormente, pero esa vez fue lo suficiente para que el chavismo perdiera el control en la Asamblea Nacional.
Lo paradójico del asunto es que, esa fractura del bloque histórico chavista, coincide con el hecho de que la clase política antichavista -me refiero a ella como un todo-, justamente en ese momento, abandona la vía electoral. A partir de entonces, en todas las elecciones hasta ahora, la oposición va o dividida o simplemente se abstiene. En 2017, es clarísimo como una parte de la base social del antichavismo no vota por los partidos de oposición, y hay una parte que sí participa. De hecho, el porcentaje de participación en las de gobernaciones de 2017 fue bastante alto, creo que del 60% y después baja, creo que a 47% si mal no recuerdo.
Entonces, ahorita en 2021, es la primera vez que nos acercamos a tener unas elecciones más o menos similares en 2015 que, insisto, fueron las últimas elecciones “normales”. Pero en el interín, ha ocurrido de todo en este país, son seis años sumamente intensos, donde ha habido un proceso brutal de desafiliación política que ha afectado fundamentalmente al chavismo, pero también al antichavismo.
Para terminar, de manera muy esquemática, creo que hay un porcentaje importante del país, el 40% por decir una cifra porque hay que hablar de números para ubicarse, que seguramente se sigue identificando con alguna de las identidades: chavismo y antichavismo, pero la mayoría del país no. Entonces, si tenemos alrededor de un 60% de gente que no se reconoce ni con uno ni con otro, por quién va a votar ahorita, creo que esa es una de las grandes preguntas.
Lorena Fréitez. Situación que puede llevarnos a perpetuar la abstención. Es decir, ahí entramos en las transformaciones que ha sufrido cada polo político, cada bloque. De alguna manera, saltando muchos obstáculos y tendencias internas radicales que no querían que las elecciones se celebraran o se celebraran en condiciones atípicas, las fuerzas políticas lograron que las elecciones se lleven a cabo con unas mínimas garantías.
Tanto el gobierno como la oposición trabajaron para que tuviésemos un Consejo Nacional Electoral [CNE] con cierto pluralismo que representara a todos los sectores, en el que la gente medianamente pudiese confiar, que la comunidad internacional lo aceptara. Es decir, cuando surge la posibilidad de las elecciones, los actores políticos se mueven de lugar, las corrientes más radicales de cada polo quedan como neutralizadas, es lo que se supondría que van a lograr las elecciones.
Ya iba a entrar en tema de discusión del segundo bloque, pero nos falta la intervención de Javier Biardeau que se está conectando desde la ciudad de Valencia. Mientras logramos esta conexión, vamos a darle la palabra a Colette para conocer sus comentarios sobre por qué saldría a votar en esta ocasión.
Colette Capriles. Yo creo que es complicado empezar el análisis pensando en que los bloques son todavía unas categorías relevantes para la realidad, cuando no lo son, ni bloque histórico ni bloque histérico, no hay tal cosa en este momento como bloques. Esa fragmentación es chocante desde el punto de vista de las dinámicas políticas, quienes hacen los análisis políticos le temen más a la diversidad y a la fragmentación que a la homogeneidad de los bloques.
Entonces, tendemos a pensar que los bloques existen como tal. Es realmente como dijo Reinaldo, hay una mayoría de la población que no se identifica, no con los preceptos o con las ideas de los bloques, sino con la idea de ser parte de un bloque, de un polo, y eso es una característica desde la cual hay que partir, sin pánico, porque nos está hablando de otros procesos.
En ese país despolarizado la posibilidad de que la gente se mueva, no para apoyar un bloque u otro, sino para afirmarse en contra de uno y otro, o favor de opciones que no están incluida en esos bloques, aumenta, en mi opinión. Ciertamente, así como hay argumentos para pensar que puede haber una baja participación, sobre todo por esto que tú decías antes algo así como “no hay ambiente”, tú no sientes el entusiasmo por los candidatos. Sin embargo, pueden haber al mismo tiempo movimientos menos visibles que tienen que ver con la reivindicación de la gente de la posibilidad de decir algo, aunque sea en contra de algunos de los protagonistas políticos. Yo siento que pueden haber las dos fuerzas funcionando, pero eso lo veremos el día de las elecciones.
Lo importante es prepararnos para un escenario de interpretación donde, en definitiva, lo que sí ha ocurrido, como decía Reinaldo también, es que hay de nuevo una voz posible para el ciudadano: maltrecha, que no se oiga bien, disminuída, como sea, pero hay esa voz que debe manifestarse. Creo que es una oportunidad que la gente está sintiendo y que debemos nosotros también promoverla.
Lorena Fréitez. Ahora sí tenemos a Javier Biardeau con nosotros. Javier, ¿qué puedes decirnos sobre este análisis? Esperamos que hayas podido escuchar lo que venimos discutiendo.
Javier Biardeau. Yo creo que hay que decir que hay un proceso de desafiliación y de desafección en la población venezolana con relación a la política por una razón aparentemente sencilla, pero muy profunda: la crisis económica y social que vive el país. La agenda política no es la primera preocupación del ciudadano de a pie en este momento. Y hay un proceso, también, de desgaste y una crisis de representación política que no hay que subestimar.
De hecho, yo quería comentarles que desde el año 2017, la participación política -con la excepción de las elecciones regionales a gobernadores en octubre de 2017- no ha sido mayor del 50% a nivel numérico; cuestión que en el período de Chávez, incluso en el período de crisis del sistema populista de conciliación de élites del puntofijismo8, no había sucedido esto. Ya sabemos que la participación electoral es voluntaria, desde 1948 no es obligatoria. Pero, de todos modos, es importante decir que hay una baja participación como coyuntura de mediano plazo desde el año 2017 en adelante.
Uno espera, uno estimula y uno es proclive a hacer un llamado a la participación electoral como único mecanismo posible para incidir desde la ciudadanía en las decisiones de la vida política. Pero hay una situación agravada también por la pandemia del covid-19, además de la crisis económica y social, que no son estímulos positivos para la participación.
Yo tengo expectativas de moderadas a pesimistas respecto a la participación electoral. Creo que va a estar alrededor del 40%, no creo que llegue a ser mayor de 50%. Si es así, para mí va a ser una sorpresa. Creo que son elecciones muy atípicas, por las diversas crisis que ya expliqué. Esa es mi opinión hasta ahora.
II. Estrategias de recomposición de las fuerzas políticas en conflicto
Lorena Fréitez. Quiero que analicemos cómo llegan los actores políticos a estas elecciones. La pregunta que yo tenía preparada es, ¿cómo llega el chavismo y cómo llega la oposición a las elecciones? Sin embargo, a lo largo del debate me ha surgido la sensación de que nuestros analistas consideran que existen otros espacios, que en estas elecciones podría existir la posibilidad de que emerjan nuevos espacios políticos, que la población por razones tácticas -como dice Colette- pudiera votar por un [Antonio] Ecarri9, pudiese votar la gente que está apostando a los independientes como salida, para tratar de capitalizar todo ese electorado que hoy no se siente identificado con nadie o que está desafecto.
Yo quisiera que, en el marco del análisis sobre cómo está cada grupo -entendiendo que está cada vez más fragmentado, que son cada vez más heterogéneos-, ¿cómo llegan a las elecciones? Y también me gustaría que habláramos sobre este tercer espacio de los independientes, si se puede hablar de un tercer espacio o no. ¿Qué nos puedes decir sobre eso Damián?
Damián Alifa. Yo creo que tal vez podríamos estar cometiendo un error al tratar las elecciones regionales como un problema nacional, y no ver algunas lógicas y dinámicas locales que están ocurriendo que son muy interesantes; cuando bajas del satélite y llegas a ver las cosas con lupa. El fenómeno [Manuel] Rosales en Zulia; el fenómeno de Morel [Rodríguez] en Nueva Esparta; Ecarri en Libertador [Distrito Capital]; lo que está pasando con esa disputa Bertucci-Lacava en Carabobo.
Están ocurriendo algunas dinámicas que más allá del resultado electoral, más allá de lo que movilicen en términos de votos, sí hablan de la aparición de nuevas narrativas, de nuevos espacios políticos que no se identifican del todo en la anterior polarización, la polarización a la que estábamos acostumbrado. Tenemos que meterle el ojo desde esa perspectiva.
¿Cómo llegan? Depende, depende del estado, del municipio. Por ejemplo, en Miranda irrumpe con mucha fuerza una decisión de partidos vinculados a la Mesa de Unidad Democrática [MUD], pero que ahora se plantean como independientes. Ocurre, también, que en algunos otros estados hay figuras interesantes, por ejemplo, en la Alcaldía de Maracaibo Juan Carlos Fernández es también una figura interesante.
Entonces, si es posible que irrumpa una tercera fuerza, creo que hay que verlo de manera local, porque, además uno piensa que una figura como Lacava [Carabobo] no es una fuerza diferente a lo que estamos acostumbrados a observar en el chavismo. O no es una tercera fuerza el mismo Henri Falcón [Lara], que es una figura vinculada a la oposición pero que se presenta hoy de manera diferente, con otra narrativa. Ecarri es una figura que estuvo siempre vinculada a la oposición, pero hoy se plantea como una candidatura que está en contra de las dos élites.
Por no hablar de lo que está ocurriendo con la Alianza Popular Revolucionaria [APR] y con toda las pequeñas figuras del chavismo disidente que están planteándose candidaturas a concejales y que están planteando narrativas diferentes, ¿no son también tercera fuerza?, ¿no son fuerzas independientes? Entonces creo que sí estamos viendo una pluralidad de actores y de escenarios que, ciertamente, luego se constituirán en alianzas y esas alianzas estarán muy demarcadas por cómo estaba definida la polarización. Sí están pasando cosas aguas abajo.
Lorena Fréitez. Pareciera que pudiéramos ver una recomposición desde abajo. Siempre pensamos que la recomposición sería: ellos arriba disputándose quién dirigen el gran bloque y, de repente, estas elecciones, a partir de tu análisis, me surge esta idea de que pudiese venir una recomposición desde abajo, y que las elecciones podrían servir para eso.
Al respecto, queríamos analizar, esta pregunta va para Reinaldo, los efectos que pudiesen tener en esta recomposición del chavismo las Elecciones Primarias Abiertas [EPA-PSUV] que fue una forma de mantener la unidad. Sin embargo, sabemos que en el mismo proceso en el que se desarrollaron las EPA hubo grietas, tensiones importantes que al momento de la campaña se suturan coyunturalmente. Pero tengo la sensación de que a partir de esos episodios de tensión que se dieron en las EPA pudiésemos pensar en una recomposición del chavismo, a partir de las fuerzas que se tensionaron allí, de los capitales que se ganaron. ¿Cómo lo ves tú, esto que te estoy comentando y lo que Damián planteaba sobre la recomposición desde abajo, a partir de lo regional, lo local?
Reinaldo Iturriza. Lamentablemente no me traje los números que yo analicé en su momento a propósito de algo que escribí sobre las EPA en [el municipio] Simón Planas [Lara]. Yo saqué la cuenta del promedio de participación, era alrededor del 20%, un poco menos quizás, pero lo curioso es que, si no recuerdo mal, en 15 estados -la mayoría- la participación había sido por debajo de la media. Es decir, que una cantidad minoritaria de estados había compensado la participación global. Dicho de manera sencilla, la participación tendió a ser bastante baja,y sobre todo en lugares donde vota más gente, en Caracas, en el estado Carabobo y en Miranda, nada más y nada menos, y después le seguía Aragua.
Yo creo que en algunos casos puntuales puede haber tensiones, en tanto que hubo disgusto o molestia a propósito de quien terminó siendo designado o elegido como candidato a alcaldías o gobernaciones. Pero creo que, en general, la participación de esa parte del país que se reconoce como chavista va a ser buena. No va a afectar mucho lo sucedido en las EPA, no creo que globalmente afecte mucho. Creo que la participación del chavismo no variará mucho en ese sentido.
Más bien, creo que lo realmente importante ahorita, lo que va a hacer la diferencia es la participación de la oposición, creo que es lo que va a hacer que aumente el nivel de participación. En la micropolítica, en la cotidianidad, uno nota, uno percibe el interés o la voluntad manifiesta de la gente que históricamente ha estado relacionada o que milita en la oposición, tiene interés de votar, lo que es completamente positivo.
Yo nunca me he creído esa versión de que la mayoría de la oposición apuesta por salidas de fuerza. Creo que está demasiado arraigado en la sociedad venezolana, no solamente en el chavismo, la necesidad de dirimir el conflicto por la vía democrática. Yo siento ese interés de la base social de la oposición por participar. En el lugar donde yo vivo, históricamente, es como 40% chavismo y 60% antichavismo. En el caso de la mayoría del país, de eso que yo llamo el 60% -puede ser más o menos-, el problema que tenemos que asimilar, el gran detalle con esta mayoría de la gente, es que no tiene traducción política, el correlato político de eso es demasiado precario.
Yo creo que una de las manera como tú puedes sacar esa conclusión por deducción lógica es que, muy probablemente, en algunos lugares eso que Damián interpreta, correctamente, como tercera fuerza, de repente el candidato o candidata saca una cantidad importante de votos, pero cuidado si esos votos no se los resta al candidato antichavista que tiene chance de ganar o no se los resta al candidato chavista que tiene chance de ganar. Es decir, obviamente, chavismo y antichavismo son los que van a cobrar política y electoralmente. No vamos a ver una tercera fuerza irrumpiendo desde fuera de las dos grandes fuerzas políticas, colándose por la baranda, para obtener una victoria electoral, Tal es el caso de nuestros compañeros de la APR, y tampoco veo desde el antichavismo a nadie con esa capacidad política de convertirse en esa otra fuerza.
Colette Capriles. Hay que verlo como decíamos antes, como un portal, como que tú ves unos gérmenes, unas señales que pueden crecer o pueden ser ahogadas como decía Damián. Aquí puede haber una serie de manifestaciones, nuevos liderazgos de base que en definitiva empiecen a funcionar de tal manera que necesiten volver a polarizar. Pero, puede no ser así, eso no sólo depende de los hechos, eso también depende de la lectura que nosotros como sociedad le demos a esos números, porque vamos a tener unos niveles de grises, de incertidumbres que hay que aprovechar, más bien, para enmarcarlo en lo que creo que es fundamental, no es tanto que aparezca una tercera fuerza, es una cuarta, una quinta, una sexta, es el pluralismo de nuevo para salir de un ciclo de 20 años de polarización.
Reinaldo Iturriza. No tiene que ser una tercera fuerza necesariamente, yo estoy de acuerdo. Eso puede ser indicador, como bien decía Damián, de que las dos principales fuerzas políticas o las dos principales identidades están cambiando. Por una parte, se está produciendo esta mutación de la sociedad venezolana, hay un montón de gente desafiliada que no quiere saber nada con la clase política y la clase política está mutando también a lo interno.
Damián Alifa. Yo creo que también hay que valorar una cosa que me parece interesante, cuando uno hace grupos focales, por ejemplo en estratos medios, te plantean que la gente estuvo tan concentrada, durante esta crisis tan profunda, en la decisión política, en qué iba a pasar en la política. O bien la oposición esperando que saliera el gobierno, o bien el chavismo esperando que el gobierno tomara una medida que aliviara la crisis. Ese era el debate en el 2015, 2016, 2017, ese fue el debate en las calles incluso hasta el 2019 con la instalación del gobierno paralelo, hubo mucha tensión en torno a lo político. Y hay una gente que está redescubriendo que no necesita esperar cambios en la política para enfrentar cambios en su vida.
Colette Capriles. Yo quería mencionar ese tema, la sociedad se está autonomizando, que está muy bien en el sentido que tú dices, es una forma de reaccionar frente a un abandono de los políticos, pero también implica un abandono del Estado, y hay una orfandad asociada a eso que se conecta con la desafiliación. Entonces, analizado desde el lado anarco liberal de uno, la gente puede darse cuenta de que tiene capacidad, pero eso es una ficción decirlo de esa manera. Hay otra tendencia que puede darnos vías hacia otras formas de organización social, otras formas de relación con el Estado que rompan esa dependencia rentista, que acompañan una serie de cambios desde el Estado y desde el gobierno en cuanto a cómo organizar a la sociedad.
Lorena Fréitez. Javier, quieres comentar sobre lo que estamos hablando del surgimiento de nuevos espacios políticos. Damián hablaba de una tercera fuerza, luego esto se ha matizado, no es una tercera fuerza sino van a ser espacios que, sobre todo por las escalas locales, van a permitir que surjan fuerzas que pueden crecer o pueden morir en el intento. Pero respecto a la desafección de la que tú hablabas que está marcando mucho el comportamiento político de las mayorías, ¿cómo están haciendo los actores políticos para lidiar con eso? Eso no solamente lo vemos nosotros, eso también lo ven cada uno de ellos cuando evidencian que su tendencia electoral va a la baja, y están perdiendo cada vez más gente. Entonces, ellos están cambiando, están surgiendo nuevos actores que intentan producir nuevos marcos de interpretación para esa gente desafecta, ¿qué nos pueden decir tú sobre eso?, ¿vamos a tener nuevos actores políticos?, ¿o son ellos mismos los que se transforman?.
Javier Biardeau. Yo creo que todo el espacio político se está reconfigurando y recomponiendo. El PSUV, el principal reto que tiene es calcular políticamente la gobernabilidad de su desgaste, la primera preocupación es el desgaste y la unidad, qué hacer con el desgaste que viene acumulando lentamente y qué hacer con la unidad. Creo que la oposición vive un proceso de pluralización, y creo que el principal problema de la oposición es cómo reconoce la diversidad sin debilitarse o fragmentarse más aún, o sin perder espacios políticos que ha perdido por el dilema éste de una opción radical o una opción electoral. Y para este tercer factor, es la conquista de espacios locales y nuevos actores en el ámbito regional y local que puedan fusionarse en espacios que han sido cedidos o abandonados por factores tradicionales de la polarización.
Yo no creo que la tercera fuerza, es decir, ese gran sector descontento, juegue en unos canales de representación política bastante claros. Creo que hay un sector que va a seguir en la abstención y la búsqueda de nuevas identidades está ahí. Creo que la APR o el PCV [Partido Cimunista de Venezuela] tiene lamentablemente un techo electoral bastante bajo con el mensaje y la identidad que han manejado hasta ahora para proponerse como una alternativa al PSUV. Si no cambian la identidad y el perfil va a ser difícil reconectarse con una base desilusionada con el gobierno de Maduro. Creo que en el chavismo hay movimientos locales muy fuertes. Reinaldo es vocero y analista de uno de ellos, en lo que se ha consolidado como una fuerza a pesar de la élite del PSUV regional.
En los sectores de oposición está claro que la vía insurreccional, o la vía del golpe blando, o la vía de tratar de capitalizar la crisis para sacar a Maduro por una vía de fuerza ha sido una derrota, los propios voceros de los Estados Unidos han reconocido que ha sido un fracaso. Y creo que lo más sano, como lo dijeron todos los documentos de la Conferencia Episcopal en el 2020, es recuperar la hoja de ruta electoral para la oposición; reconocer algunos errores que se cometieron allí y tratar de reconectarse con los capacidad de organización y de movilización que tuvieron en el 2015 que fue, efectivamente, un año de capitalización electoral muy significativo para la oposición. Pero, eso requiere una coordinación opositora como fue la MUD.
Creo que un elemento de análisis que no hemos planteado, pero yo sí lo voy a lanzar acá, que es muy polémico, es que yo creo que no estamos en unas condiciones de una democracia competitiva liberal pluralista normal, sino que estamos en el cuadro de un autoritarismo electoral. Y que hay tendencias en el PSUV que promueven no perder de vista los caminos democráticos y una tendencia que dice que es posible gobernar así, con una suerte de régimen electoral, en el cual el ventajismo y las condiciones a través de las cuales se da la competencia electoral son las que tenemos hasta ahora, que son bastante malas por cierto, para hablar de igualdad y libertad en la participación electoral.
Aunque suene feo debo decir que yo creo que estamos en un autoritarismo electoral, que no estamos en una democracia liberal competitiva ni pluralista. Y todas las fuerzas políticas, incluido el chavismo, tienen el reto encima de si quieren o no fortalecer el camino de la democratización del poder, o asumir el camino de la gobernabilidad por una vía semi autoritaria o plenamente autoritaria.
Colette Capriles. Yo creo que él ha dado una gran síntesis de lo que estamos hablando. Este dilema entre democratización y gobernabilidad es clave, creo que es una manera de plantearlo que nos hace entendernos. Primero, creo que es un dilema real dentro del sector dominante, dentro del gobierno, el dilema es vivido. Porque aquí democratización yo lo voy a identificar con institucionalización, recuperación de las instituciones y de la Constitución tal como está escrita. Es decir, ahí un trabajo que necesitamos todos para reconfigurar un sistema político compatible con la Constitución y salir precisamente de ese autoritarismo electoral que mencionó Javier. Pero, al mismo tiempo, hay fuerzas que se oponen a ese propósito que tienen que ver con las posibilidades de control social, de entender la gobernabilidad no como la recuperación de las instituciones democráticas, sino la gobernabilidad en el sentido de que “permanezco en el poder” a costa de cualquier cosa. Así como hay tendencias también centrífugas que dicen si éste permanece en el poder nosotros tenemos que sacarlo del poder.
Este dilema me parece muy interesante, porque los dilemas son así, en realidad tienen muchas zonas grises. Entre gobernabilidad y democracia tienes un montón de posibilidades. Yo creo que esas posibilidades hay que comenzar a plantearlas así como las estamos hablando aquí, como voluntad política acerca de qué puede ser ese diseño de lo que viene para el país. Porque, a diferencia de otros momentos en el país, yo tengo la sensación de que es posible diseñar algo, de que hay fuerzas que se están moviendo, que empiezan a decir “bueno, estamos atrapados en una especie de loop interminable y no podemos seguir así”. En el fondo, para mí, es el dato subyacente al tema de la negociación. Solo sentándose ambas partes han dicho “tenemos que hacer algo”. Es como que yo quiero hacer lo mío y tú lo tuyo. Tenemos que hacer algo juntos porque no podemos seguir en esta especie de eterno retorno que lo que está haciendo es alejándonos de la realidad.
Ese espacio de flotación de las élites políticas, donde se pierden las conexiones institucionales entre las élites y lo que le pasa a la gente, ¿cómo recomponemos eso? Mi síntesis sobre ésto es un trabajo sobre las instituciones y las reglas, que es algo que nos pone de acuerdo a todos. Esa es una vía que hay que trabajar de una manera consciente. Parecía que hasta ahora hay procesos no tan conscientes, pero que ahora hay que convertir en materia prima para construir procesos más dirigidos, más conscientes desde el punto de vista político.
III. Factor internacional, institucionalidad y negociaciones
Lorena Fréitez. Javier ha colocado sobre la mesa una categoría polémica, lo llama autoritarismo electoral. Podrían haber sectores que lo cuestionan en el sentido que hay unas elecciones que intentan ser normales. Quizás tuvimos situaciones atípicas donde no había condiciones legitimadas por gran cantidad de actores. Pero, en este momento, los distintos actores políticos, por razones e intereses propios, pero también quizás por esto de llegar a acuerdos y de tener unas nuevas reglas de juego donde todos nos podamos sentir mínimamente legítimos, eligieron un nuevo Consejo Nacional Electoral.
Hay que decir que no son las mismas condiciones que vivimos en los años anteriores que, por decirlo coloquialmente, se hicieron elecciones “a trancas y a mochas”. Quiero decir esto porque, a propósito de la construcción de garantías, de nuevas condiciones electorales que se han venido desarrollando a lo largo del año 2021, el factor internacional sigue siendo un factor clave. Es decir, a la observación internacional hoy la considero políticamente correcta, nadie le puede decir que no. Sin embargo, desde las distintas élites políticas, las corrientes más radicales siguen lanzando misiles a la observación internacional. Entonces, yo quiero hacer la pregunta, como ya Colette habló puede ser a Damián o Reinaldo, ¿por qué la observación internacional sigue siendo tan incómoda hacia lo interno?
Damián Alifa. Yo creo que hay que tomar en consideración el antecedente de lo ocurrido en Bolivia. Es, sin lugar a duda, un mensaje para los sectores más radicales del PSUV, lo ven como una amenaza, como una posibilidad de deslegitimación del árbitro electoral, eso está ahí presente y es parte de una denuncia. Otro sector radical de la oposición pareciera ver la observación internacional como una suerte de legitimación del gobierno y de la situación en Venezuela, y también la rechaza. Pero, lo que realmente he visto es una gestión de los observadores internacionales bastante discreta, no ha habido grandes pronunciamientos, no ha sido parte del slogan de una campaña de un sector de la oposición, “ahora sí vamos a elecciones porque tenemos observadores internacionales”. Ha sido, más bien, bastante discreta. Pero sí, entre estos dos sectores, uno lo ve como una amenaza, la posibilidad de que ocurra algo similar a lo de Bolivia, y el otro sector lo ve como una legitimación de lo que ocurre en Venezuela.
Lorena Fréitez. Reinaldo, ¿qué tienes que decirnos sobre eso? sobre todo de la Unión Europea que parece haber tenido un papel decisivo en el tema de la observación internacional.
Reinaldo Iturriza. En las actuales circunstancias, en el momento en que la Unión Europea anuncia su disposición de enviar una comisión de observadores, es una buena noticia en el sentido de que es un indicador de que está avanzando las negociaciones, el diálogo, eso va a garantizar un mínimo de legitimidad de cara a la comunidad internacional que ha sido un grandisimo problema en los años precedentes. Y eso, en términos generales, es una buena noticia para el gobierno. No recuerdo bien los pormenores, pero entiendo que se hicieron unas declaraciones que fueron interpretadas como injerencistas; yo, en principio, estoy de acuerdo en que nadie tiene que venir a decir cómo se tienen que hacer las cosas. La buena noticia de que esté la observación internacional aquí contribuye a crear un clima propenso para garantizar la participación, por ejemplo, de una parte importante de la oposición, inclusive de una parte de quienes no se reconocen en ninguna identidad.
A propósito de “la bombita” que deja Javier allí. En los estudios cualitativos de opinión que conozco, y otros en los que incluso he participado haciéndolos, es bien valorada la idea de democracia participativa y protagónica, pero lo interesante es que esta idea fuerza tiene bastante aceptación y legitimidad, inclusive entre gente que no se reconoce como chavista. Es decir, todo el mundo quiere una democracia de alta intensidad para decirlo con Boaventura (de Sousa Santos). Es otra cosa que está muy arraigada en la sociedad venezolana, esa cosa como antidictatorial, antiautocrática.
Recuerdo esta misma discusión, hace 15 años, hablando de la posibilidad de que el chavismo derivara en algo similar al stalinismo. Yo creo que no hay condiciones subjetivas. No es que no haya facciones de la clase política que no pretendan que algo así suceda, pero creo que no hay condiciones subjetivas para que algo así ocurra en una sociedad como la venezolana, con todo y el shock generalizado, político, económico, la ruptura de los vínculos sociales, con todo lo que ha ocurrido en los últimos años. Creo que está muy arraigada la valoración ampliamente positiva que le da la mayoría de la población venezolana de la idea fuerza de la democracia.
Colette Capriles. Este año, en efecto, hubo un cambio cualitativo en el CNE. No tanto por la composición final que ha sido más plural que lo que ha ocurrido en los últimos 15 años, sino que se siguió el procedimiento legal, cosa que hacía años que no ocurría, puesto que el CNE había sido nombrado por el Tribunal Supremo de Justicia. ¿Por qué fue eso posible? Porque hubo, por lo que tú misma has dicho, una cantidad de negociaciones formales e informales, conversaciones, presión y un papel destacado de la sociedad civil, en particular, de las organizaciones que han venido abogando por la recuperación del derecho al voto. Entonces, ahí ha habido una conjunción feliz, una tormenta perfecta que tiene que ver con organizaciones expertas de la sociedad civil, con tracción política de ciertos sectores de la oposición y del gobierno de Maduro que permitieron esa configuración.
Esta configuración fue la continuación de un esfuerzo previo que se había comenzado a hacer para que la Unión Europea pudiera venir a observar las elecciones de diciembre de 2020. Ahí hubo una conjunción y un esfuerzo de persuasión política para poder lograr que la Unión Europea tomara el riesgo político de venir a Venezuela. No deja de tener sus objeciones, sus objetores, a las instituciones europeas les costó políticamente también apoyar ésto y el entusiasmo de los actores políticos venezolanos no ha sido tan grande como esperaba. Además, a la misión europea hay que añadirle el Panel de Expertos de la ONU que es, quizás, más interesante desde el punto de vista político; este un panel de expertos que fue aprobado en las más altas instancias de la ONU e implican una negociación también, pero esta vez entre socios del gobierno y socios de la oposición. Es decir, ahí hay un alto valor técnico en la misión de la ONU que es muy importante reconocer. Y creo que nos va a servir, no solamente para hablar si hubo buenas o malas elecciones, sino para que también se conozca un contexto político de coyuntura, que creo que es muy necesario para los observadores del proceso político venezolano, y para las decisiones política que pueden tomar esos países interesados en que el proceso político venezolano tenga una solución democrática.
Yo creo que hay que valorarlos más y hay que entender que eso nos va a ayudar a reconfigurar, a reconstruir el camino de las instituciones, porque en definitiva es otra de las cosas que estamos esperando de estas elecciones: el primer paso de la reconstrucción de las instituciones electorales, de organización política y de capacidades de la gente de participar.
Javier Biardeau. Todo este tema de la discusión de observación internacional comenzó por el asunto del referéndum revocatorio de 2004; ahí fue que se decidió en la clase política de ese momento poner en la mesa el debate de observación y acompañamiento electoral. Y eso tiene mucho que ver con este tema de hasta dónde pueden intervenir un conjunto de Estados de los cuales formaba parte Venezuela en ese momento, como era la Organización de Estados Americanos (OEA), con el tema de la cláusula democrática y la Carta Interamericana Democrática. Todo ese debate hay que volver a ponerlo en la mesa para saber en qué coordenadas nos estamos moviendo con relación a la valoración y al respecto de la soberanía nacional.
Hay que abrir de nuevo el debate sobre hasta dónde puede llegar una observación internacional en materia electoral. De valoración de la democracia. Una cosa es un informe técnico y otra cosa es una declaración política.
Damián Alifa. Para darle una vuelta de tuerca a la travesura en la que nos metió Javier, yo creo que él no nos está poniendo en el espejo, por ejemplo, de un modelo como el del socialismo real del siglo XX, que es inviable, pero sí está poniendo al PSUV en el espejo del PRI [Partido Revolucionario Institucional]. Yo creo que eso hay que mirarlo con mucha atención, es decir, un partido hegemónico que tiene unas ventajas sumamente importantes frente a cualquier fuerza que lo adverse, que puede construirse una oposición cooptada, que tiene la oportunidad de tachar algunos candidatos, y que además eso lo puede hacer en una dinámica electoral sin afectar la credibilidad democrática.
Ahora, recuerdo que una de las cosas que desencadena la ruptura en México del PRI fue el terremoto; dicen que el terremoto generó todo un tema de empoderamiento ciudadano. Yo creo que en Venezuela en este momento están ocurriendo pequeños sismos, en lo económico sí creo que está ocurriendo un gran terremoto, pero en lo social están ocurriendo pequeños sismos; en los imaginarios están ocurriendo pequeños sismos y creo que esos sismos hay que aprovecharlos, que lo puede aprovechar no solamente terceros actores, sino también creo que lo está viendo el PSUV.
Porque yo creo que los políticos van a la zaga de la sociedad. Cuando se llega a México a discutir el tema de ponerse de acuerdo o no ponerse de acuerdo es porque ya están pasando muchas cosas por detrás. No es la reunión de México, no son solamente los actores que se sentaron a pensar eso, sino que están pasando muchas cosas en Venezuela, en diferentes espacios de la sociedad.
Una de las cosas que hay que apuntar es que hay una hibridación de élites. Hoy en día, sectores que antes estaban adversados se encuentran; hoy comparten los mismos espacios, hoy comparten las mismas dinámicas, eso está pasando en Venezuela. Igual otros sectores que estaban confrontados que iban uno a la marcha y otros a la contramarcha, se han encontrando en otros espacios, en dinámicas de solidaridad. Entonces, hay que aprovechar esos sismos, antes de que se consolide la deriva autoritaria.
Colette Capriles. Hay unas declaraciones de Josep Borrel, que lamentablemente emitió sin estar muy consciente del contexto, que tenía que ver con que la observación internacional favorece a la oposición. Lo que quiso decir fue que favorecía la participación de la oposición, pero lo dijo mal. Con razón, se pudo haber interpretado eso como una especie de sello de garantía que le sirve a la oposición, aunque yo creo que le sirve más al gobierno que a la oposición. Pero, en todo, caso yo tengo la confianza en que ambas misiones, tanto de la ONU como la europea, están absolutamente claras en que su objetivo es examinar el proceso en función de los derechos constitucionales que asisten a todos los venezolanos como derechos políticos y como derechos a elegir o a ser electos. Y que hay muchísimo cuidado en no politizar su actuación, porque les haría daño a sí mismos como agentes de algo que hacen ellos en otros países -porque esto lo hacen en otros países- pues dañaría el frágil proceso de recuperación de la ruta democrática. Tenemos unos bebés, unos pollitos naciendo, una cosa que está muy frágil, que se puede hacer crecer, pero se puede también dañar con esa repetición, ese retorno del estatus quo, hay mucha resistencia de cambiar el estatus quo, pero también hay señales de que eso está cambiando.
IV. Agendas programáticas y posibilidades de gobernabilidad
Lorena Fréitez. Hay sismos. Sobre este tema, Damián hablaba sobre arreglos, pactos entre gente que históricamente estuvo enfrentada: trabajadores-empresarios, incluso la relación del gobierno con los empresarios. Y ahora, el terremoto económico que hemos vivido y la crisis política que aqueja al país ha generado estos arreglos que ciertos sectores del chavismo leen como un giro programático que está dando el gobierno. Del lado de la oposición se dice que no es un giro estratégico o programático porque no es un cambio de modelo, sino que son arreglos coyunturales. Lo que quisiera que debatiéramos es, ¿cómo van a impactar en la agenda programática, en el proyecto de país o en lo que cada fuerza le tiene que ofrecer a la sociedad, estos acercamientos o pactos que se están dando en los distintos sectores, que no ocurren abiertamente en lo político, pero sí ocurren en el campo económico? En el marco de estas alianzas, ¿cómo se presenta el chavismo hoy?, por ejemplo, habla de emprendedores, ahora el emprendedor es un sujeto político del chavismo, ¿qué efectos puede tener eso en términos ideológicos para un programa de oposición? De repente, a la oposición no le gusta que [la vicepresidenta] Delcy Rodríguez vaya a Fedecámaras, pero en términos ideológicos, ¿qué significa ésto?.
Damián Alifa. Yo creo que nosotros en el 2008 jamás nos hubiésemos imaginado a un PSUV hablando de las privatizaciones y una oposición cuestionando o quejándose de las privatizaciones, más allá de que tenga argumentos para cuestionarlo. Pero es interesante cómo se han movido los discursos políticos, cómo se han reconfigurado las identidades. Yo creo que es muy interesante verlo en las estrategias de campaña: Por un lado, tienes una MUD que sigue planteando el tema sobre cómo capitaliza el descontento, y cómo lo politiza; por otro lado tienes a los sectores de la Alianza Democrática, que siguen intentando capitalizar el descontento pero no logran sacarse el estigma de oposición controlada, oposición cautiva; y tienes a un sector del chavismo moviendo hacia otro lado, que es la campaña de “Venezuela tiene con qué”, es una valoración de lo propio sobre lo ajeno, en un momento donde se produjo el quiebre migratorio, es un eslogan que te habla de potencialidades, es además un eslogan que asalta la marca país, el chavismo se queda con la marca país. Entonces, cuando se ataca esa marca país, se ataca la consigna, atacas la campaña, no atacas al chavismo, atacas a Venezuela. Es un intento interesante y se está viendo no solamente en el caso de Carabobo, sino en el caso de Vargas, independientes con candidatos particulares del chavismo, y eso creo que es reflejo de cambios de fondo en el bloque dominante.
Creo que en el chavismo están operando cambios de fondo, cambios en el programa, cambios en la manera de entender el país, o por lo menos en un sector del chavismo, porque ves también a otro que está en un discurso de reforzamiento, de aquí me quedo, de somos socialistas, estamos en la izquierda, estamos resistiendo contra el imperialismo; pero hay otro que está en una onda de optimismo, de que el país puede cambiar, y creo que esa es la expresión narrativa de los pactos que están ocurriendo por debajo. Más allá de pactos, cuando hablo de pactos porque el tema siempre se entiende como una reunión tras telones, no, estoy hablando de procesos sociales, de entendimiento, de acercamientos; el chavismo entiende que ya después de la caída de la producción petrolera, de la crisis económica no puede gobernar sin los empresarios, tiene que entenderse con diversas facciones de los empresarios. Los empresarios hace tiempo entendieron que es más eficiente cambiar el programa de gobierno que cambiar el gobierno, y creo que están jugando muy inteligentemente hacia eso, por lo menos un sector importante de los empresarios
Por otro lado, hay una oposición que, si bien mantiene un discurso radical o de reforzamiento de sus bases, también entiende que el país está cambiando. Yo creo que lo manifiesta en la práctica, el retorno a la vida electoral de ese sector electoral y la apertura de oportunidades es parte de eso.
Colette Capriles. Lo que es interesante es que pareciera que en el chavismo comienzan a descubrir que el pluralismo económico -para decirlo de alguna manera-, que la existencia de un sector privado fuerte y heterogéneo, no amenaza directamente al poder. Es decir, el empresariado no es un sujeto político. En la medida en que se diversifican las posibilidades económicas de la sociedad, pues más bien se abren caminos de gobernabilidad, eso es un descubrimiento que está haciendo el chavismo, acaban de despertar, digamos. Entonces, eso empieza a estar mezclado con la necesidad, frente a una caída de ingresos impresionantes, de recurrir a nuevos actores económicos para producir los mínimos indicadores económicos que te permitan continuar en el poder.
El problema está en que, justamente, todo el mundo se pregunta y creo que es una pregunta que dentro del chavismo se pueden estar haciendo, qué pasará cuando estas aperturas económicas terminen presionando por más apertura, presionando por una institucionalidad realmente acorde con la intención, porque hasta ahora los controles económicos siguen allí solamente que no se están aplicando, es decir, seguimos bajo régimen discrecional. Si estas economías quieren desarrollarse van a tener que cambiar el marco institucional y el marco normativo, y es ahí donde vamos a ver de nuevo aparecer las contradicciones políticas. Entonces la pregunta es ¿dentro del chavismo hay una convicción de que pueden construir un chavismo así de moderno? Es una pregunta para cualquiera que lo ve desde afuera, y es una de las grandes dudas de gente que está en el campo de la oposición y que está en la línea de comenzar a reconocer al chavismo como un movimiento político que históricamente tiene un sentido y que tiene un proyecto. Ahora, si el proyecto es quedarse siempre ahí y todas éstas son maniobras absolutamente obligadas o necesarias para poder cumplir con el objetivo político, entonces ahí comienza la contradicción.
Una de las cosas que pasa con el chavismo es que todo es político. Uno dice bueno si hay apertura en lo económico, si hay una reflexión acerca del papel del emprendedor pequeño, grande, del sector privado industrial, comercial, ¿es porque realmente se ha podido despolitizar eso o, al contrario, sigue siendo eso el instrumento, en una última instancia, de una voluntad política de permanecer hegemónicamente en el poder? Porque,, es verdad, los cambios económicos van a llevar a cambios institucionales y esos cambios institucionales pueden generar, significar, impactos sobre un sistema político o una sociedad que está cambiando.
Lorena Fréitez. Reinaldo, considerando esto que está planteando Colette del pluralismo económico, es decir, un chavismo económicamente con alianzas más plurales, pensaba que siempre el chavismo se definió teóricamente como una fuerza nacionalista, en principio, que tenía múltiples alianzas, desde que nació el chavismo tuvo alianzas con sectores empresariales. Sin embargo, el eje de politización era un eje de clase, donde se confrontaba el eje tradicional: trabajadores versus propietarios, los pobres contra los ricos. Era el eje que politizaba, que agrupaba, que construía, que cohesionaba a los sectores populares que habían quedado excluidos, era el discurso o la narrativa que los acercaba a la política. Por decirlo en términos gramscianos, el ingreso de las masas a la política va de la mano de este relato. Cuando entra el pluralismo económico, cuando empiezan a darse pactos que supuestamente no se habían dado antes, aunque la relación con los empresarios siempre se dio, pero cómo se está dando ahora cuando se plantea un retroceso de las expropiaciones, este tipo de gestos, ¿qué efectos va a generar esto en los relatos politizadores que siempre planteó el chavismo?.
Reinaldo Iturriza. Yo creo que la sociedad venezolana de los noventa, la que existe antes del momento en que el chavismo emerge como sujeto político, como subjetividad política y crea las condiciones para que Chávez ganara en 1998, es una sociedad donde el mercado de trabajo formal ha venido menguando, es bastante pequeño; donde la clase media está sumamente golpeada; la clase trabajadora formal viene haciéndose cada vez más pequeña golpeada por la crisis, por esa década y un poco más de neoliberalismo. Y hay una fracción de clase, es la que algunos autores, retrotrayendo viejos conceptos, llaman subproletariado, Los subproletarios no son más que los pobres que trabajan, son los que tienen una relación con el mercado de trabajo muy precaria, literalmente informal, no disfrutan de derechos y lo que ganan no les da para la reproducción de fuerza de trabajo. Lo que conceptualmente suena muy abstracto, cuando lo ves en los números, representa el 60% de la sociedad venezolana en el momento en que el chavismo emerge como sujeto político.
Y va a ser así hasta entrado en años la Revolución Bolivariana, muy poca gente dentro del chavismo inclusive no recuerda que hasta el 2003 fueron años económicos muy duros en general, fue un quinquenio bastante duro. A partir de 2004 es que realmente comienza el gobierno de Chávez lo que llamó saldar la deuda social, y saldar la deuda social fue gobernar para toda la sociedad, pero fundamentalmente para esa fracción de clase que son esos pobres que trabajan, muchos de los cuales, como el 30% de la población salió de la pobreza, hubo una disminución de la pobreza que no se puede negar.
Para resumir, lo que se pudiera plantear es que el centro de gravedad de la política de Chávez giró siempre en torno a las clases populares, en torno a esa fracción de clase, de ahí las misiones, de ahí a mi juicio los consejos comunales. Luego, esa fracción de clase se va a convertir en clase trabajadora formal con derechos, con un salario muy fuerte. Eso es lo que comienza a revertirse a partir de la crisis económica de finales de 2014, 2015, eso es lo que le pasa factura electoralmente al gobierno a finales de 2015.
En 2016, entonces, comienza otra etapa en este país donde ocurren una cantidad de cambios importantes y mi hipótesis, mi posición es que ya el centro de gravedad de la política del gobierno deja de ser, en general, la clase trabajadora y, en particular, esa fracción de clase que, paradójicamente, aumenta exponencialmente durante todo este tiempo. Esa fracción de clase mayoritaria en la sociedad venezolana ahorita más o menos coincide, -no es lo mismo, sería muy poco serio plantear eso-, con ese montón de gente que está desafiliada políticamente y que no se reconoce en el gobierno. Yo creo que hay que partir de ahí para luego meterse en la discusión sobre si hay que privatizar o no.
Yo tengo que disentir, muy cordialmente, de Colette, yo creo que el chavismo no está haciendo un descubrimiento de la necesidad de una pluralidad de actores económicos; creo que eso siempre ha estado presente en el chavismo. Ahora se está expresando de otra manera, creo que se está dando mucho más énfasis a ese actor que sí es un actor político, eso está más que probado históricamente que los gremios económicos pueden desempeñar un importante papel en la arena política. Y creo que lo que hace Fedecámaras muy inteligentemente, a partir de 2016, es bajarle dos a la conflictividad política, después de los terribles meses de la violencia de 2014; se sienta a negociar con el gobierno en un momento de debilidad del gobierno y comienza todo un proceso muy laborioso, con mucha mano zurda, en cámaras no se decía nada, de relajamiento, en general, de los controles estatales. El gobierno, básicamente, ahorita no controla la economía. Luego tú puedes debatir sobre cuánto debe controlar y cuánto no, si debe ser un control democrático o no, que obviamente tiene que ser democrático con instituciones fuertes. Pero no una situación como está sucediendo ahora, que no hay controles ni formal ni informalmente.
Colette Capriles. Yo creo que es coherente lo que estás diciendo, pero en otro plano al menos Maduro va a quedar como el que acabó con el rentismo en Venezuela, cosa que es muy curiosa después de 20 años de socialismo rentista, porque esas mejoras que hubo en el ingreso de las personas están directamente asociadas -son dos curvas idénticas- al aumento del ingreso petrolero. Entonces, esa es una de las grandes transformaciones estructurales que ha venido ocurriendo en Venezuela y que yo la veo como una oportunidad para reconstruir la relación entre sociedad y Estado. Y eliminar el factor rentista, no solamente en el plano productivo sino en el plano de la dependencia política, porque eso va a significar también menos poder para quien esté en el gobierno y más contrapeso social. Entonces, eso es lo que hay que construir, las capacidades de contrapeso social, de la sociedad con respecto a los gobiernos. Creo que eso es un objetivo para todos, ahí no podemos discutir que eso no sea democrático, no es toda la democracia, pero es la idea de que podamos tener una sociedad donde el Estado no sea el objeto de la presa política, porque ya no es el máximo distribuidor de la renta, yo creo que es una cosa en la que toditos nos podemos poner de acuerdo, y creo que hay que buscarle un vocabulario correcto para que sea un lenguaje común.
Lorena Fréitez. Javier, ¿qué tendrías tú que decirnos de ésto?
Javier Biardeau. Yo creo que el chavismo en singular ha finalizado con el fallecimiento de Chávez. Su liderazgo era el que tenía la capacidad de organizar el discurso de cohesión como bloque social y político. Desde ese momento creo que ha habido una disputa entre diferentes corrientes y tendencias. Chávez parece dejarnos un guión, un programa muy asociado a la izquierda, de transición al socialismo por la vía de la transformación radical de las relaciones capitalistas que organizan el uso del trabajo.
Luego de la coyuntura 2014-2017, se da la conjunción de la crisis de PDVSA, la crisis del endeudamiento, la divisa venezolana y las sanciones nacionales de las cuales no hemos hablado, pero que es un elemento de cambio en las maniobras que se han venido dando, porque vivimos una economía bajo cerco económico, bajo sanciones que limita en gran medida el grado de maniobra que puede tener el Estado. Eso favoreció a los factores privados nacionales e internacionales. En PDVSA hubo una recomposición política, no solo de la dirección gerencial, también hubo una disputa del chavismo que produjo una recomposición política;, también hubo una disputa política entre figuras del chavismo. Todo esto ha sido una tormenta perfecta que ha generado una modificación programática en el mensaje final de la herencia de Chávez en el plano ideológico-programático
Si bien es cierto que Chávez negoció desde 1999 con los sectores privados, también lo es que al final de su legado el papel que habían alcanzado no tenía la relevancia que se le está dando ahora y las medidas económicas son muy distintas a las que se están dando ahora. En condiciones distintas, uno puede entender esto como un giro pragmático, por necesidad, porque hay una situación internacional muy desfavorable para la economía venezolana en este momento, para el papel del Estado y la economía venezolana. Pero, también, yo creo que hay una mezcla de giro pragmático con recomposición de bloques ideológicos a lo interno del chavismo que siempre estuvieron ahí, esos bloques ideológicos más favorables al capitalismo y a la empresa privada y que ven en Maduro la posibilidad de establecer un nuevo pacto que va a perjudicar sobremanera a lo que Reinaldo está llamando el mundo del trabajo y la base social del chavismo tradicional, en el mundo urbano rural y rural popular. Porque, si vemos bien por dónde ha ido el giro económico, las cargas de las medidas económicas que se han tomado hasta ahora han reposado en la vida cotidiana de los trabajadores y los sectores populares en desmedro de sus condiciones de vida. Y por eso se habla de madurismo y de giro a la derecha, yo creo que eso es un debate bien complejo que no vamos a poder abordar.
V. Claves de lectura de los resultados electorales
Lorena Fréitez. A la luz de todas estos debates, vamos a volver al análisis de los resultados electorales. Dependiendo de cómo se pinte este mapa, ¿qué va a pasar con estos resultados electorales? Y volviendo a la pregunta inicial, ¿qué gana y qué pierde la sociedad venezolana?.
Reinaldo Iturriza. Yo creo que las fuerzas políticas deberían ser lo suficientemente responsables como para asumir que son fuerzas políticas menguadas. Yo creo que se impone un gran ejercicio de autocrítica, y creo que independientemente de quién gane o no más gobernaciones, alcaldías, y en general, los cargos de elección popular, creo que la pregunta que hay que hacerse es esa: cuánto gana y cuánto pierde la sociedad venezolana a partir de estos resultados, eso es lo central. De todas todas, me parece que es un hito histórico importante.
Cuando al inicio de mi intervención yo decía que podemos aproximarnos a recrear o a retomar las condiciones en las que se dirimió la disputa política de 2015, es decir, salir como de esta “pausa”. Han sido 6 años demasiado duros, donde la política parece que se congeló pero obviamente no fue así, donde la relación con la política de la mayoría de la población ha estado caracterizada por su distanciamiento, por el rechazo, etc., que yo creo que es muy distinto a que la sociedad se haya despolitizado, pero esa otra discusión. Bueno, la posibilidad de ir saliendo de este interregno me parece que, visto en perspectiva, va a ser un hito importante, o por lo menos quiero pensar eso.
Cuando yo decía lo del peso tan importante que tiene la idea fuerza de la democracia participativa y protagónica me refería a que yo no creo que en Venezuela, de verdad, estén dadas las condiciones, culturalmente, subjetivamente, para que termine imponiéndose un esquema que se perpetúe en el tiempo de conculcamiento de los derechos democráticos del pueblo venezolano, a pesar de que estos 6 años nos han hecho pensar eso. Obviamente, ahí se confunden los deseos y la voluntad con el análisis.
Colette Capriles. Yo coincido con este buen punto de Reinaldo sobre la autocrítica, que tiene que ver con el selfie que deben significar las elecciones para las fuerzas políticas en general. Todo el mundo va a querer ver una foto, en donde a lo mejor vamos a ver un mapa más rojo de lo que los que apoyamos a la oposición quisiéramos, pero tampoco va a hacer tan real, porque no necesariamente va a reflejar el entusiasmo o el apoyo al proyecto político de lo que esa rojez significa.
Entonces, coincidimos totalmente en que tienen que ser vistas las elecciones como una oportunidad de hacerse el retrato de mirar hasta qué punto se ha perdido músculo político, de mirar hasta qué punto hay posibilidades de nuevos actores, de nuevos protagonistas que se abra un poco esa olla de presión que viene de abajo hacia arriba, que está pidiendo una relación distinta con la política, que volvamos a reconstruir las instituciones políticas, yo creo que esa es también otra foto que hay que ver.
Puede ser que, indirectamente, la participación nos diga que hasta qué punto la gente está confiando en que es posible que su voz sea escuchada y que, por tanto, las instituciones electorales funcionen. Pero si no es así, pues, también es un dato y es una evaluación que hay que hacer con mucha seriedad y responsabilidad. Al final, lo que la gente debe esperar de estas elecciones es un liderazgo responsable, y si no tiene que parirlo. Es un momento que nos convoca a no quedarnos en la primera impresión que va a ser una disputa por los números; son números que hay que hacer, pero lo que hay que hacer es valorarlos, que nos digan algo, que no se convierta en la noche de los cuchillos largos. Hay que dar el mensaje y hay que saber leerlos y creo que ahí tenemos un papel todos los que podemos ayudar a esa interpretación.
Damián Alifa. Yo creo que luego de estos 20 años de sobreexposición a la polarización, de un pico y un colapso del modelo rentístico, hay una Venezuela que no termina de nacer y una Venezuela que no termina de transformarse. Y en esos cambios que están ocurriendo, hay actores que empujan para que esos cambios se den, otros que empujan para que se disputen y otros para resistirse a esos cambios. Eso va a estar presente en las elecciones, en diferentes medidas, desde los que se abstienen hasta los que participen.
Tú preguntabas sobre las claves para leer los resultados, creo que la clave más importante es que no nos podemos quedar con el mapa, no puede haber una lectura solamente nacional de los números gruesos. Creo que estamos en medio de un proceso de cambio tan grande en el país, donde la dinámicas que vivimos aquí en Caracas son tan diferentes a lo que se vive en muchos sectores del interior del país, que hay que ir a campo, estamos obligados a ir a campo, estamos obligados a no usar el satélite, sino la lupa, a ver, estudiar y acercarnos a dinámicas y fenómenos locales.
Javier Biardeau. Creo que las elecciones son la oportunidad para dirimir las diferencias que tenemos los grupos, sectores y clases que hay en la sociedad venezolana, en términos de mecanismo pacífico, de mecanismo democrático. Creo que es importante desvalorar cualquier atajo o mecanismo que signifique derruir o degradar la democracia por vías autoritarias o que sean atajos violentos.
Creo que hay un nuevo momento político de cara a los nuevos escenarios que se pueden abrir en el año 2024. Uno que lo que busca, fundamentalmente, es lograr lo mínimo para la recomposición de la institucionalidad democrática y las condiciones de bienestar social necesarias para una sociedad de justicia, una sociedad decente, una sociedad donde la gente pueda vivir con dignidad, y obviamente eso implica un debate.
Lo dijo Chávez, Rafael Caldera a su manera, y otros lo han dicho en el siglo XX venezolano, si la economía está al servicio de las mayorías nacionales, no al servicio de las élites o de pequeñas minorías, el país siempre va a estar en ese bunker que comenta Colette de quienes están entre los factores económicos del poder y quienes están sufriendo el gobierno y las consecuencias del miedo a los factores económicos de poder. Sí creo que el equilibrio social se ha perdido y el equilibrio político también, y que es momento de realizar un debate sobre estas dos variables, que la economía debe conducir a un equilibrio político y social y no solamente al predominio de determinados sectores e intereses económicos. Por ahora es llamar a votar, a participar y a fortalecer la ruta democrática.
Nota editorial: Declaración de EE.UU.
Mientras se realizaba este debate en horas de la tarde del martes 16 de noviembre, el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental de EEUU, Brian Nichols, ofrecía unas declaraciones donde manifestó que Washington continuaba reconociendo a Juan Guaidó como presidente encargado y a su gobierno interino en Venezuela, con quienes seguirían trabajando estrechamente.
A su vez, el subsecretario adjunto del hemisferio occidental del Departamento de Estado de EE.UU., Kevin O’Reilly, expresó que no existían condiciones idóneas para poder llevar a cabo un proceso electoral en Venezuela y planteó que el informe de los observadores internacionales podría guiar las próximas acciones del gobierno de Joe Biden respecto a nuestro país.
En nuestro debate electoral no se incorporó este tema de discusión en cuanto se desconocían aún dichas declaraciones. Consideramos que son de tal relevancia para los análisis planteados que lamentamos no haber alcanzado a incorporarlo. Nos queda pendiente para próximos espacios y contenidos publicados.
Referencias
1Somos un medio digital independiente creado en Venezuela en 2020, para ejercer lo que hemos llamado un periodismo de complejidad con el que priorizamos narrativas donde las mayorías populares son protagonistas desde su capacidad de movilización, denuncia y construcción social y, a su vez, intentamos trascender los sesgos interpretativos de la polarización política que vive nuestro país.
2Lorena Fréitez es psicóloga social y analista político.
3Damián Alifa es sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), coordinador de la sala situacional de la agencia de comunicación política Hinterlaces.
4Colette Capriles es psicóloga social, filósofa, profesora de la Universidad Simón Bolívar y consultora de la organización no gubernamental Foro Cívico.
5Reinaldo Iturriza es sociólogo e investigador. Ex-ministro de comunas y movimientos sociales.
6Javier Biardeau: Sociólogo, analista político y profesor de la UCV.
7La figura del “protectorado” fue creada el 23 de octubre de 2017, por decreto presidencial, para suplantar funciones de quienes resultaron electos a cargos de gobernación y alcaldías y no eran del partido de gobierno, PSUV. Es decir, se establecieron en los estados donde habían ganado candidatos de oposición y han funcionado como gobiernos regionales paralelos con quienes coordina el Ejecutivo. Esta figura no se encuentra establecida en ninguna normativa nacional. Nicolás Maduro anunció en junio de este año que estas figuras serían eliminadas a partir de estas elecciones regionales.
8Puntofijismo se le llama al período histórico-político venezolano que inició con la firma del Pacto de Punto Fijo en 1958 luego del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que significó la permanencia alterna en el poder de los partidos Acción Democrática y COPEI hasta la elección de Hugo Chávez en 1999.
9Candidato a la Alcaldía del municipio Libertador del Distrito Capital por el partido Alianza del Lápiz, creado en 2010. Anteriormente, ocupó el cargo de concejal del municipio Chacao por el partido Primero Justicia.