Durante años, pensé que el mundo estaba dividido entre blancos y negros, hombres y mujeres, etc., hasta que un día noté que el negrito del barrio no es igual a Will Smith ni a Barack Obama a pesar de compartir el mismo color de piel, así como yo tampoco me parezco a Angela Merkel o Hillary Clinton aunque las tres seamos mujeres. Entonces, incliné mi balanza: el mundo está fragmentado entre ricos y pobres, por ende, tocaba sumarse a la lucha de clases.
Hasta que la semana pasada, mientras escuchaba la radionovela “Argelia Laya: acción y pensamiento feminista”, una frase de su autoría hizo explotar mi cerebro: “El pobre es esclavo del rico, pero la mujer es esclava del esclavizador y del esclavo. A la mujer trabajadora dentro del hogar, la explota el hombre de su familia y afuera, el patrón”. Es cierto, somos las doblemente jodidas de la historia.
Pero, además, mi experiencia personal se atrevería a afirmar que todas, en algún momento, hemos recibido la comprensión de una mujer que no comparte nuestras ideas políticas pero conoce la dimensión de los dolores que solo una mujer puede sentir así como hemos sido brutalmente marginadas por un hombre que se supone milita en nuestra misma trinchera política.
Por eso, me cayó como anillo al dedo que este seriado radial, producido por la Fundación Rosa Luxemburgo junto al colectivo de Radialistas Apasionadas(os), y presentado el pasado 15 de septiembre en el Café TECC de Caracas, me recordase que Argelia convocaba tanto “a las adecas y copeyanas como a las de arriba y abajo, de izquierda y derecha” así como luchaba por la despenalización del aborto aunque decidió dar a luz a un primer hijo producto de una violación sexual.
A la par, aborda todo lo que hizo Argelia para ser congruente con su sentir, incluyendo separarse del gordo Rafael Elino, tras 22 años de matrimonio, para luego descubrir que fue el primerito en oponerse a su nombramiento como Secretaria de Organización a nivel nacional del Movimiento al Socialista (MAS). Para ella, los hombres, aun cuando se autodenominan revolucionarios, se sienten pequeños cuando nosotras crecemos. “Cuando una mujer les hace sombra… en vez de refrescarse, cortan el palo”.
De no haber pensado y actuado así, probablemente Argelia no habría ocupado un papel tan importante en AD y el PCV, mucho menos se habría convertido en la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta en un partido político venezolano. O al menos eso es lo que nos hace sentir esta maravillosa radionovela compuesta con los capítulos más duros y felices de la vida de Argelia.
A mí, que llevo 10 años trabajando en radio, me sorprendió la fuerza que poseen las dramatizaciones de los migrantes venezolanos que encarnan a personajes como Teodoro Petkoff, Douglas Bravo, Vilma Espín, los familiares de Argelia y demás. El guión le hace honor a las expresiones y el tumbado de Venezuela, con aires afrocaribeños, diálogos redonditos y la musicalización idónea.
Precisamente, la conjunción de estos factores con la vigencia que lamentablemente aún poseen los problemas planteados por Argelia, hizo que las panelistas invitadas a la presentación de esta radionovela pudieran debatir durante casi dos horas, no solo sobre los aportes y alcances de este personaje histórico, sino también en torno a la necesidad de retomar una “agenda común” para enfrentar los pactos patriarcales y abordar los grandes desafíos del feminismo nacional.
Su causa es nuestra causa
«Argelia supo que había que militar en política para poder llevar las consignas a donde tenían que llegar. Ella atravesó la historia de Venezuela con una agenda social, antirracista y feminista, junto a sus amigas adecas, copeyanas, y todas las que coincidieran con la agenda feminista, pues pese al horror de muchas, ella creía que independientemente de donde militáramos teníamos que coincidir en las reivindicaciones femeninas”, relató Gioconda Espina, profesora y cofundadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela, quien conoció y luchó junto a Laya.
Finalmente, se trataba de las abuelas, madres, tías y hermanas que visitaban juntas a los presos de la dictadura y se apoyaban en la crianza de los niños de la época. No obstante, la profesora reconoció que la polarización política extrema del 2000 al 2015 debilitó las posibilidades. “Ya no podíamos compartir ni un tweet de alguien contrario porque te acusaban de chavista encapuchada o de escuálida de medianoche. Ahora, por distintas razones, hay una distensión que ha favorecido a la agenda feminista. Hoy exchavistas, chavistas y opositoras estamos juntas en muchos puntos de la denominada ruta verde que busca, por ejemplo, la despenalización legal y social del aborto”.
Para la escritora e historiadora Niyireé Baptista, en efecto actualmente “se entretejen” espacios donde las mujeres de distintas tendencias políticas pueden compartir, pero considera que “la polarización sigue pesando muchísimo y es una de las primeras limitantes del movimiento”.
De acuerdo con sus investigaciones, hoy coexiste “un ala feminista que sigue la línea gubernamental, que cree en la institución como una forma de lograr avances y esta insertada en la políticas de Estado” junto a otra que “viene de ahí pero actualmente se encuentra en ese espacio medular donde ya no se identifican con el gobierno pero tampoco son de oposición”.
Sin embargo, Niyireé centra sus esperanzas en un tercer grupo que ha llegado, a su juicio, para aligerar y unificar. “Hay una generación que surgió en estos años de crisis económica, política y social, son nuevas organizaciones, rostros y voces de relevo, chicas de 14, 15 y 16 años, que además hacen feminismo desde la era digital, con las herramientas tecnológicas, de forma clara y abierta”.
Al respecto, Rebeca Madriz, abogada y viceministra de la mujer en tres ocasiones, agrega que “ese puente roto” del que hablan sus compañeras también está siendo impactado por la propia dinámica del feminismo latinoamericano que ha adquirido muchísima potencia en los últimos tiempos.
“Es una especie de feminismo espontáneo, mujeres identificadas con banderas específicas. Entonces, el reto está en encontrar elementos comunes para avanzar. Hay mucho consenso en temas como la violencia contra la mujer o la paridad política. Luego si vienen los puntos polémicos, como la autonomía del cuerpo o la despenalización del aborto, donde lamentablemente nos sigue ganando el imaginario judío cristiano, la influencia de las religiones en la Asamblea”, indica Madriz.
Asimismo, las tres, a pesar de sus distancias políticas, coinciden: las mujeres, militen donde militen, no pueden seguir siendo manipuladas con el histórico “no es el momento para eso” porque, como decía Argelia, “desde 1936 en adelante todo ha sido un: espérate negra”, porque para ñapa, en los últimos tiempos, la simple “sobrevivencia cotidiana”, el hecho de tener que pelear para satisfacer las necesidades más básicas, ya ha retrasado demasiado los debates más elementales.
En el fondo, todas -incluso si no pertenecemos al mismo estrato social- estamos transversalizadas por el hecho de ser mujeres. Tenemos, nos demos cuenta o no, una historia común. Si no me creen, busquen los diez capítulos, de aproximadamente 12 minutos cada uno, que componen esta radionovela y perciban como seguimos siendo el país donde miran feo a la madre soltera pero no juzgan el hecho de que las tres cuartas partes de los niños venezolanos no conozcan a su padre.
Además, esta producción, como apuntaba Ferdinand Muggenthaler, director de la Oficina Región Andina de la Fundación Rosa Luxemburgo, es la cuarta de un seriado sobre mujeres heroicas que arrancó con la luchadora polaco-alemana Rosa Luxemburgo, para saltar a nuestra región con la ecuatoriana Dolores Cacuango, la boliviana Domitila Barrios Cuenca y la venezolana Argelia Laya, historias imprescindibles para los tiempos que corren.
Escucha y disfruta de la radionovela “Argelia Laya: acción y pensamiento feminista”: https://www.rosalux.org.ec/radionovela-argelia-laya-accion-y-pensamiento-feminista/