Fuente: Venezuelanalysis.com | Fecha original de publicación: 22 de mayo de 2022
Para este próximo mes de junio, el movimiento de pobladores y pobladores se plantea una movilización con llegada al Palacio de Miraflores. Llevan consigo una agenda política para el trabajo conjunto con el Ejecutivo en torno a la producción social y autogestionaria del hábitat y la vivienda, la lucha contra el latifundio urbano y la defensa del derecho a la ciudad, en el marco de la campaña de lucha popular por la Revolución Urbana y el Socialismo Comunal.
Para ubicar el contexto de esta movilización, desde PH9 decidimos publicar una entrevista a Juan Carlos Rodríguez, vocero nacional por los Campamentos de Pioneros de este movimiento, realizada por el medio Venezuelanalysis para su podcast del mes de mayo.
V. En el Movimiento de Pobladoras y Pobladores hablan de una revolución urbana, ¿por que consideran que los pobladores, gente de bajos recursos que viven en los barrios, son actores claves en la lucha contra el capitalismo?
JCR. Pobladores es una plataforma de organizaciones de lucha urbana. Nosotros hablamos de organizaciones de los excluidos por el capitalismo en la ciudad, por las relaciones sociales de producción capitalista en la ciudad. En la plataforma hacemos vida varias organizaciones: estamos los Campamentos de Pioneros, que somos los que construimos nuevas comunidades bajo la forma de producción autogestionaria, y los que recuperamos suelo para la construcción de nuevas comunidades. También están los Inquilinos e Inquilinas, el Movimiento de Ocupantes de Edificios, las Trabajadoras y Trabajadores Residenciales y los Comités de Tierra Urbana, que son organizaciones barriales. Esta unidad de sujetos populares son los que lo constituyen en este momento el Movimiento de Pobladoras y Pobladores, pero no es algo cerrado a otras incorporaciones de más organizaciones de base o movimientos.
Nuestras dos principales banderas de lucha, nuestros horizontes de lucha, son la revolución urbana y el socialismo comunal. Nosotros creemos que es necesario transformar las relaciones de dominación, que son relaciones coloniales que se reproducen en las ciudades modernas. Creemos que las ciudades que hoy tenemos son producto de un modelo civilizatorio colonial, el modelo civilizatorio moderno colonial que es necesario combatir, donde se reproducen relaciones de dominación de todo tipo, de clase, de género, de raza, etcétera. Relaciones de dominación política, económica, sociales, culturales, y de la subjetividad, que tienen su escenario central en la ciudad. Nosotros planteamos la necesidad de combatir todas esas relaciones y construir una ciudad, o des-construir la ciudad, el modelo de ciudad, descolonizar la visión de vida, el modo de vida que tenemos en nuestras ciudades.
Ir hacia un modelo comunal, una forma de vida comunal dentro de esta ciudad, como una forma de resistencia cultural, civilizatoria, de construcción de una alternativa sostenible para la vida humana. Y eso sólo es posible, desde las clases históricamente excluidas, y que hoy en día constituimos el 99% de los seres humanos.
V. Han señalado la necesidad de no solo conquistar más acceso o territorio dentro de la ciudad sino de repensar la ciudad por completo y las relaciones sociales que se generan dentro de ella. ¿Cómo se puede dar una lucha por satisfacer una necesidad humana, en este caso una vivienda, sin caer en clientelismo ni reproducir relaciones sociales capitalistas?
JCR. Claro, eso es una enorme contradicción. Porque, por un lado, está este proyecto, este modelo de ciudad, impuesto por las sociedades modernas coloniales. Es un modelo que hace inviable la vida en la ciudad, la posibilidad de reproducción de la vida de las grandes mayorías en el espacio urbano actual. Poco a poco, este proceso de colonización va abarcando cada vez más espacio. Y ya no solo de cómo se organiza espacialmente la ciudad, sino que además coloniza el campo, las zonas rurales, los bosques, todo.
Hay una verdadera batalla campal por el espacio entre las fuerzas de dominación, colonización, y financiarización de la modernidad, y la vida, la vida de la gente y la vida de las otras formas de vida no humanas. Nosotros vemos hoy una contradicción central, creemos que la contradicción central ya no es capital-trabajo sino modernidad-vida.
Y decía que hay una situación muy contradictoria, porque las ciudades que tenemos son ciudades que no fueron pensadas para la vida, y cada vez desplazan y colonizan más espacio y van despoblando, deshabitando la ciudad y haciendo cada vez más difícil la posibilidad de reproducción de la vida en la ciudad, excluyendo a las grandes mayorías de nuestras ciudades latinoamericanas y nivel global. Es un fenómeno global de despoblamiento, de desplazamiento a los márgenes. Pero por otro lado, las grandes mayorías excluidas de estos procesos de urbanización, de colonización y de modernización aspiran a la modernidad como forma de vida. Entonces es una paradoja que las grandes mayorías aspiran vivir bajo un modo de vida que los excluye, que no es viable y no es sostenible para la humanidad.
Nosotros apostamos a la construcción de una organización, de un proceso organizativo de lucha, contra estas relaciones de dominación para transformar la ciudad y construir dentro de esta otras formas de vida, otros modos de vida, reconstruir la forma de vida comunitaria dentro de la ciudad, como una alternativa a una reproducción de unas ciudades otras.
Ese proceso nosotros lo llamamos comunalización de la ciudad. Pero, básicamente, la apuesta es reconstruir el tejido social dentro de la ciudad, recomponer la forma de vida comunitaria como alternativa, con las limitaciones y la contradicción que implica la diferenciación campo-ciudad. Nos preguntamos hasta dónde la apuesta por reconstruir las formas comunitarias de vida en la ciudad es sostenible, cuando las propias ciudades son insostenibles en términos de recursos, en términos alimentarios, etcétera.
Pero amén de esa contradicción central, campo-ciudad, que nosotros no tenemos resuelta, digamos la alternativa a esa contradicción, apostamos a reconstruir y construir dentro de la ciudad el modo de vida comunitario.
V. La escasez de viviendas dignas para la clase trabajadora es un problema mundial. En países capitalistas vemos muchas promesas por parte de los partidos políticos pero pocos parecen querer atentar contra la propiedad privada, particularmente en lugares donde la vivienda es ya un instrumento para acumular riqueza y no un bien social. ¿Es posible atender el derecho humano a una vivienda digna sin poner en cuestión la propiedad privada y los intereses del capital?
Yo creo que no, son dos cosas antagónicas. Las formas actuales de acumulación capitalista intentan convertir todas las viviendas en activos financieros. Todas las operaciones de vivienda que se promueven desde las operaciones de especulación inmobiliaria, operaciones financieras, son para convertir la vivienda en activos financieros. Ya no les interesa producir para la vida, solo producir para hipotecar.
Nosotros entendemos que en este momento la forma central de acumulación de riqueza de capital no está en la explotación del trabajo. Está en estas nuevas economías, en estas nuevas formas económicas de especulación financiera, de economía virtual, que no tiene absolutamente nada que ver con la vida real, que no buscan satisfacer ninguna necesidad humana real. No buscan producir ni comida, ni producir vivienda, ni producir cobijo, ni producir nada de lo que necesitamos los seres humanos para reproducir la vida material en lo real. Lo único que buscan son procesos incesantes de acumulación de capital por las vías más expeditas y más ficticias. Todas estas burbujas financieras que se crean, son solo máquinas reproductoras de dinero.
Y ya no les interesa, ni explotar trabajo ni vender mercancía. Ya estas son formas secundarias, e incluso terciarias, de acumulación capitalista. Hoy, hay nuevas formas de acumulación que ya ni siquiera se basan en la acumulación de capitales; son formas de acumulación de conocimiento, acumulación de control de la subjetividad, como son todas estas formas digitales de control del consumo, de la subjetividad, las redes sociales y todo ese mundo virtual digital que avanza aceleradamente hacia una dominación global, donde el valor ya no es el valor del trabajo, sino el valor de la información y la posibilidad de modificar, manipular conductas, ideas, formas de consumo, etc. Son los nuevos espacios de acumulación y de dominación que se están abriendo, que todavía hay que seguir analizando hasta dónde va a llegar eso, hasta dónde podría llegar a eso, y sus consecuencias.
Así que yo no creo que en este momento el capital tenga algún interés de meterse a construir viviendas. Si construye algo, lo va a construir en función de convertirlo en activo financiero. Todo en la ciudad se va a convertir en activo financiero. Caracas, por ejemplo, tiene un caso emblemático. En Caracas se están construyendo torres gigantescas de oficinas de cristal en algunas zonas del este de la ciudad. Y Caracas tiene una sobreoferta de oficinas, son 500.000 m2 de oficinas que no hay quién las compre, pero se siguen construyendo torres de cristal y oficinas que nadie va a comprar. Y sólo se construyen porque son una aspiradora de excedentes de capital, de lavado de dinero, que no tienen ninguna función social. No se producen con ningún sentido humano, no se producen para satisfacer ninguna necesidad humana, ni de derechos pues, mucho menos. Entonces, ya incluso ni viviendas se van a producir, por lo menos no viviendas para la clase trabajadora. Ni siquiera eso es negocio.
Esta nueva realidad no nos deja otra alternativa a los seres humanos que empezar a prefigurar una economía para la vida, capaz de satisfacer las necesidades humanas básicas como la casa, el cobijo, y la comida. Vamos a tener que ser nosotros mismos, al margen de todas estas nuevas formas de acumulación, los que nos vamos a tener que organizar en función de una economía distinta, una «otra» economía, una economía real, una economía de la producción para la reproducción. Eso es lo que nosotros intentamos hacer con toda la apuesta autogestionaria de producción de viviendas de forma colectiva. Una cosa real, y mientras otros están especulando, digamos incluso en Venezuela, mientras hay sectores especulando con criptomonedas por ejemplo, tratando de montar las mil y una variantes de maquinitas de hacer dinero, nosotros estamos dedicados a construir para vivir.
Evidentemente, el principal mecanismo para convertir todo el espacio urbano en activo financiero, y luego entrar en estas burbujas de especulación inmobiliaria y de especulación financiera, es la propiedad privada. La sacrosanta propiedad privada es el paso previo para que todo pueda ser convertido en un activo financiero y ser mercantilizado. Nosotros frente a esto estamos proponiendo la forma de propiedad colectiva, para evitar completamente la posibilidad de financiarización de la vivienda, de mercantilización, de hipoteca de la vivienda, de convertir toda la producción social y colectiva en mercancía. Y ahí venimos dando una enorme pelea, porque la forma propiedad privada está tan enclavada en la subjetividad de la sociedad, que hay una resistencia generalizada en ámbitos del Gobierno y del Estado en términos generales, del Poder Judicial, que les cuesta entender la forma de propiedad colectiva. Está completamente naturalizado que la vivienda tiene que ser de propiedad privada, propiedad individual, porque si no es como que no tiene sentido hacer viviendas si luego no van a ser de propiedad privada o de propiedad individual que puedan ser convertidas en hipotecas. Es un mito, un fetiche, que está instalado en la subjetividad de todos los funcionarios del Estado liberal-burgués.
La propiedad colectiva está reconocida como derecho humano a nivel internacional, está en nuestra Constitución, está en muchos instrumentos jurídicos en Venezuela, pero hay una subjetividad, y una posición política reaccionaria y refractaria que no quiere abrirse a esas formas de propiedad que garantizan que lo que producimos socialmente, lo que producimos colectivamente, lo que producimos autogestionariamente, se mantenga como bien de uso y no como bien de cambio. Yo no veo el sector privado de la construcción, incluso la producción estatal, produciendo bienes de uso; yo lo veo produciendo bienes de cambio. Lo poco o casi nada que hace el sector privado en términos de construcción de viviendas en Venezuela es con fines de lucro y mercantilización. Incluso lo que produce el Gobierno sin fines de lucro a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela, termina convirtiéndose en un crédito hipotecario individual.
Haces todo un esfuerzo para producir un bien social, para satisfacer una necesidad, pero luego terminas convirtiéndolo en un instrumento financiero. Nosotros no organizamos la producción en función de bienes de cambio, sino en la producción de bienes de uso, porque lo hacemos para vivir, nosotros hacemos casas para vivir, no hacemos casas para venderlas. Bueno, en realidad ni siquiera hacemos casas, hacemos comunidades, que es muy distinto, incluso tiene otra connotación, otra dimensión. En cambio, el sector privado hace casas para vender, hace mercancías, y el Estado en el fondo también hace casas para venderse y reproducir el poder político.
Ahí nosotros tenemos tres definiciones claramente diferenciadas: el Estado como constructor de viviendas para la reproducción del poder político, el privado como constructor de viviendas para la reproducción del capital, y nosotros como productores de vivienda para la reproducción de la vida a través de bienes de uso. Es algo que tenemos claro desde hace mucho tiempo.
V. En Venezuela hay un gobierno que muestra un compromiso de hacer cumplir los derechos consagrados en la Constitución, pero al mismo tiempo las organizaciones de base se han movilizado para avanzar su agenda y exigir más autonomía. ¿Cómo entienden ustedes esta relación entre movimiento-gobierno, particularmente en un contexto de crisis?
JCR. Sobre el tema de la autonomía, nosotros no salimos a la calle a exigir autonomía. Para nosotros la autonomía no es algo que se exige, la autonomía es algo que se defiende políticamente. Nosotros nacimos como un movimiento autónomo, nosotros no fuimos creados por el Gobierno. La iniciativa de la construcción de la plataforma del Movimiento de Pobladores y Pobladoras fue una iniciativa popular y autónoma, así nace en el año 2004, aunque algunas de las organizaciones que están dentro de pobladores surgieron a partir de las políticas populares del gobierno. Por ejemplo, los Comités de Tierra Urbana (CTU) fueron promovidos por el comandante Chávez en el año 2002 en el decreto 1.666 de regularización de la tenencia de la tierra en los barrios. Pero lograron desarrollar unos niveles de articulación y de desarrollo político autónomo, no tutelado desde el gobierno. El resto de las organizaciones de pobladores, como los Campamentos de Pioneros, el Movimiento de Inquilinos, las Trabajadoras Residenciales y el Movimiento de Ocupantes fueron organizaciones de iniciativa popular, autónoma, en el marco de la Revolución Bolivariana, con el comandante Chávez, pero fueron iniciativas autónomas. Y siempre hemos sido un movimiento que reivindica su autonomía.
Nosotros creemos que no puede haber un movimiento social o un movimiento popular que no esté en la calle disputando políticas. Ese es el papel central de los movimientos sociales, aquí en Venezuela, y en cualquier otra parte del mundo. No entendemos y no concebimos un movimiento social o una organización popular tutelada desde el Gobierno, porque eso no sería ni siquiera posible considerarla como organización social, no. Nosotros siempre nos hemos caracterizado como movimiento por sostener, por defender nuestra autonomía política y por salir a la calle a luchar por políticas populares. Siempre, además lo hicimos con Chávez, salíamos a la calle, nos movilizábamos, tomamos varias veces el Ministerio de Vivienda; creo que le tomamos el Ministerio de Vivienda a todos los Ministros de vivienda de Chávez. Y finalmente en el año 2011 tuvimos un encuentro con el comandante Chávez, un encuentro político con el Movimiento de Pobladores, en el que logramos acordar con él una agenda de políticas populares muy grande. Fue un encuentro histórico que sentó las bases y abrió los canales para el desarrollo posterior de lo que fue La Gran Misión Vivienda Venezuela.
Muchas de las políticas que nosotros proponíamos antes que surgiera La Gran Misión vivienda Venezuela, luego se convirtieron en políticas de la revolución, políticas de Estado. Por ejemplo, toda la política de recuperación de terrenos ociosos en la ciudad para la construcción de vivienda popular, que se está haciendo hoy, que se hizo de forma masiva con La Gran Misión Vivienda Venezuela en sus inicios, fue una línea política central desarrollada por nosotros desde el año 2006. Tuvimos que hacer varias tomas de tierra en Caracas, algunas de ellas, tomas simbólicas, y por esa lucha fuimos criminalizados. Incluso algunos sectores del chavismo en aquel entonces llegaron a catalogarnos de «contrarrevolucionarios», porque planteamos la necesidad de recuperar la tierra en la ciudad para la construcción de viviendas populares. Y finalmente eso terminó convirtiéndose en política de Estado.
Una de las cosas que nos planteaba el comandante Chávez en ese encuentro era que nosotros como movimiento social teníamos que mantener nuestra autonomía política del partido y de los distintos niveles de gobierno. El comandante Chávez entendía muy bien lo que nosotros estábamos pensando y luchando por concretar, lo que nosotros nos planteábamos como horizonte político y lo apoyaba plenamente, incluso irónicamente yo creo que lo entendía más que nosotros, su visión fue mucho más amplia. En aquel momento le planteamos que se pusiera a la cabeza del movimiento, y él mismo se declaró como un poblador más, pero no desde la figura de Presidente de la República que tutela un movimiento social, sino de un combatiente del tamaño, la magnitud y la figura del comandante Chávez, que tenía muy claro cuál era su papel histórico a favor siempre de los explotados, y del lado de los excluidos históricos. El comandante Chávez era muy claro cuando decía que, si tenía que escoger entre ponerse del lado de los campesinos o los latifundistas y los terratenientes, iba a ponerse del lado de los campesinos. Si tenía que escoger entre ponerse del lado de los pueblos indígenas o las transnacionales del carbón, se iba a poner del lado de los indígenas. Y si tenía que escoger entre ponerse del lado de los latifundistas del concreto, los latifundistas urbanos o el movimiento de pobladores, él iba a ponerse del lado del movimiento de pobladores y de los excluidos de la ciudad.
Por eso nosotros en aquel momento confiamos plenamente en el liderazgo al comandante Chávez, pero siempre hemos mantenido niveles de autonomía, nosotros no somos un apéndice del Partido Socialista Unido de Venezuela, ni somos un apéndice del Gobierno. En este momento político en Venezuela hay una tendencia a tratar de tutelar a los movimientos sociales. Hay una incomprensión de los movimientos sociales autónomos, y hay poca apertura al desarrollo autónomo de los movimientos sociales. Más bien siempre hay un intento permanente de cooptación de las organizaciones sociales y populares, de control de las organizaciones sociales y populares, de instrumentalizar a los movimientos sociales, instrumentalizarlos políticamente en el marco de la disputa por el poder político en Venezuela.
Nosotros frente a esa esa situación siempre buscamos mantener nuestra autonomía política. No dejamos que ninguna institución de Gobierno, ni el partido, ni sectores políticos nos tutelen. Lo cual nos genera unas enormes tensiones como organización, porque además somos de los que no pedimos permiso para salir a la calle a luchar por nuestras políticas. Es una tensión permanente por mantener nuestra autonomía frente a esta tendencia al tutelaje, de control de las organizaciones sociales. La mayoría de las organizaciones sociales en Venezuela están tuteladas por alguna estructura de Gobierno o del partido. Hay una política, a mi modo de ver correcta, de que para cada misión del Gobierno hubiese una organización social que la sostiene, que cada una de las misiones sociales en Venezuela se soportarán en la organización popular. Pero eso es muy distinto a que desde el Gobierno se tutele las organizaciones sociales. Esa es una pretensión permanente y se entiende poco la posición de organizaciones como la nuestra, de nuestro movimiento, de mantener y hacer respetar nuestra autonomía política.
Y lo que nosotros estamos cuidando, lo que nosotros defendemos permanentemente es la posibilidad del ejercicio pleno de la soberanía popular. Nuestras líneas políticas se definen en las asambleas de barrio, se definen en las asambleas de las comunidades, se definen en nuestra lucha cotidiana, es allí donde se definen las líneas de lucha de la organización, en debates en asambleas de forma democrática y popular. Y eso es para nosotros un valor creado que no estamos dispuestos a endosárselo a nadie, porque es como nosotros creemos que se debe de dar el ejercicio de la soberanía popular. Son mecanismos que nosotros practicamos cotidianamente en todas nuestras organizaciones de base, es como un principio de construcción política nuestra, la cultura asamblearia. Es en asamblea donde se toman las decisiones, en colectivo, no hay direcciones personales, e intentamos combatir permanentemente esta desviación, las instancias y los espacios de dirección política son colectivos. Es parte de nuestro proceso de construcción, de lo que defendemos como principios, como principio de ejercicio de la democracia participativa y protagónica, del ejercicio pleno de la soberanía popular y no estamos dispuestos a renunciar a este principio. Decía que con el comandante Chávez fue una excepción, por la figura del comandante Chávez, el talante de su liderazgo, la magnitud de su liderazgo, único en estos tiempos históricos que vive la humanidad.
Y nosotros seguimos con nuestro proceso de lucha política. El año pasado, el 4 de octubre, hicimos una movilización grande en el Día Mundial del Hábitat, donde llevamos un proyecto de ley a la Asamblea Nacional, que es la Ley de producción autogestionaria del hábitat y la vivienda popular. Es una iniciativa que nosotros ya tenemos varios años impulsando en Venezuela, porque queremos que todas estas experiencias de producción popular, autogestionarias, y comunales de viviendas, tengan un marco jurídico que las reconozca, que reconozca el derecho de todas las personas y las familias a organizarse para producir su vivienda y su hábitat. Y que el Estado, aparte de reconocer esto como un derecho humano, que sería un avance importantísimo, garantice los instrumentos y los recursos necesarios para que esta política se siga desarrollando, sobre todo en este marco de apertura liberal que se está dando en el campo económico, donde los sectores privados y sus cámaras van a empujar por todo lo contrario. La Cámara de la Construcción y la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, están presionando para que se aperture y libere el mercado inmobiliario, que se fomente la construcción privada, y que se desregulen los alquileres. Están planteando al gobierno en el marco de las negociaciones que se están dando en este momento modificar la Ley de protección al deudor hipotecario, la Ley de regulación de arrendamientos de vivienda, que se modifique la Ley contra estafas financieras, para reinstalar su lógica especulativa, una nueva burbuja inmobiliaria, que en este momento no es posible con las condiciones del sistema financiero actual. Están buscando la apertura del sistema financiero para reactivar todas esas burbujas inmobiliarias que históricamente han sido el nicho de acumulación de la burguesía venezolana. Porqué además, si algo tiene la burguesía venezolana es que no es una burguesía industriosa. Las élites económicas en Venezuela, tanto las viejas como las nuevas, son profundamente parasitarias de la renta. Y el negocio de la ciudad, el negocio de la construcción, ha sido su forma central de acumulación de riqueza y de transferencia de recursos del Estado, de renta petrolera del Estado, a manos concentradas. Ha sido su forma de saqueo, de despojo de la renta petrolera.
Y bueno, ellos empujando para su lado, nosotros empujando para el nuestro, incluso hay que tener mayor nivel de beligerancia. En este momento es más importante que nunca defender nuestra autonomía política, resguardar nuestra autonomía política e incrementar nuestros niveles de movilización y de fuerza en la calle para presionar por políticas populares. Y que este nuevo ambiente de apertura que se está dando a los sectores privados nacionales o extranjeros, esta apertura liberalizadora no eche para atrás las conquistas que alcanzamos con el comandante Chávez.
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