Durante la tercera semana del mes de febrero el Alcalde de la ciudad de El Tigre en el estado Anzoátegui, Ernesto Paraqueima, anunció la pronta celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo en esta ciudad. Ante las inquietudes sobre un tema que es tabú en la política venezolana, entrevista tras entrevista el alcalde Paraqueima fue aclarando en qué consistía su propuesta.
En sus palabras, este acto se trataría de un «matrimonio simbólico»: la celebración de un acuerdo privado en el que lxs integrantes de una pareja se otorgan poderes para la decisión conjunta sobre sus bienes o sobre la otra persona en caso que ésta quede incapacitada o fallezca. No se trata de una figura jurídica como el matrimonio, y por tanto no es necesaria ninguna modificación a la legislación venezolana para realizarlo. Solo se requiere del visado de un abogadx y la firma de la pareja.
Esta explicación tuvo lugar ante señalamientos de inconstitucionalidad, dado que el Artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela protege al matrimonio heterosexual. Si bien el Alcalde rebatió esta acusación explicando principalmente el carácter privado del acuerdo, es importante recordar que en el año 2008 la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante la sentencia Nº 190, interpretó que la protección al matrimonio heterosexual no implicaba la prohibición de las uniones entre personas del mismo sexo.
En las entrevistas que ofreció el Alcalde también señaló que este acuerdo privado se inspira en la figura francesa del Pacto Civil de Solidaridad (PACS), una unión civil que no requiere que la pareja sea de diferente sexo porque no está basado en el romance ni en la reproducción familiar tradicional. Sin embargo, el PACS francés sí es una figura jurídica. Lo más cercano que existe en la legislación venezolana a los PACS son las uniones de hecho, -o concubinatos-, que tienen el mismo efecto que un matrimonio y prácticamente los mismos requisitos, entre ellos estar integrado por un hombre y una mujer.
El hecho que el acuerdo que propone el alcalde Paraqueima no tenga figura jurídica implica que no está garantizado que la pareja acceda a todos los derechos que el Estado establece para las personas casadas o en concubinato, como la adopción conjunta, la cobertura médica del conyugue o la pensión por viudez.
Otro aspecto relevante es que un acuerdo de este tipo se puede realizar en cualquier parte del país, es decir, que no hace falta viajar a El Tigre para hacerlo. Lo que está ofreciendo el Alcalde es un paquete que incluye la redacción del documento con su respectivo visado, y una fiesta de celebración en conjunto con otras parejas firmantes, todo ello por un pago aproximado de cuatrocientos dólares.
Al respecto, el alcalde Paraqueima fue bastante transparente en las entrevistas al reconocer su interés económico en esta iniciativa, afirmando que son ingresos para la municipalidad que serán invertidos en la gestión de sus bienes y servicios. Esto, sumado al hecho que no es necesario viajar a El Tigre para firmar un acuerdo de este tipo, y que además el acuerdo no garantiza los mismos derechos y deberes del matrimonio o el concubinato, deja abierta la pregunta si no se estaría aprovechando de una situación de exclusión para obtener ingresos.
Pero más allá de esta inquietud, es probable que la comunidad LGTBIQ tenga buenas expectativas respecto a la repercusión que esta iniciativa augura en la lucha política por el reconocimiento legal de las parejas homosexuales. Además, lo que anunció recientemente Paraqueima pudo haberlo hecho antes cualquier otro político y ninguno se atrevió o siquiera se le ocurrió.
Lo cierto es que la situación económica que atraviesa el país parece beber de las luchas sociales, algo además muy característico en el movimiento LGTBIQ global que está fuertemente asociado a un mercado específico conocido como el mercado rosa. Según el informe «Los 350 LGBT» que publicó el banco suizo Credit Suisse Group en 2020, la capacidad de consumo de este mercado sería superior a la de Japón, calificada por el Banco Mundial como la tercera economía del planeta.
En conclusión, el «matrimonio igualitario simbólico» anunciado en El Tigre no innova en ningún aspecto legal, pero seguramente sí impacta en los modos de pensar la política y la economía. Y, a su vez, revitaliza en la agenda pública las acciones que se han llevado adelante para alcanzar el reconocimiento pleno de las uniones entre personas del mismo sexo.