Reportaje 3
Producción agrícola en el siglo XXI en Venezuela: La Caída 2012-2020
Según los datos de la FAO, para el año 2018 la producción vegetal era de un poco más de 12 mil toneladas, el 60% de su máximo en el 2008 y había retrocedido un 25% desde el 2012. Si bien no se tienen datos totales del 2019 y 2020, las estimaciones parciales ratifican la tendencia descendiente en su globalidad aunque con repuntes parciales en algunos rubros. Como es lógico, la superficie cosechada también disminuyó decreciendo la cuarta parte de la superficie contabilizada en el 2013.
Los cereales, base del crecimiento de la producción vegetal durante el período de Chávez, retroceden a la mitad hasta el 2018. Esta producción es muy dependiente de la importación de insumos y al ser altamente mecanizada también se ve afectada por el déficit de repuestos y maquinaria.
Además son los rubros que están ligados a la mediana y gran propiedad, más cartelizados y por ende más susceptibles a la confrontación política. También fueron los rubros donde se impusieron precios y controles.
De entre los cereales fueron los rubros bandera quienes mejor ejemplifican el descenso. La cosecha de maíz cae abruptamente de 2.457.263 toneladas en el 2013 a 1.318.418 toneladas en el 2018 (un 47%) y la de arroz de 1.084.012 a 459.549 toneladas (un 58%) en el mismo período de tiempo.
Algunas fuentes estiman que la caída ha sido mayor y que se sostiene en el 2019. Saúl Lopez, presidente de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos, estima que para el año 2019 la producción de maíz alcanzó sólo 500 mil toneladas.
Si bien no hay información oficial de la superficie sembrada en los últimos años, según Wilmer Castro Soteldo, actual ministro de Agricultura y Tierras, la superficie sembrada de arroz y maíz este año 2020 alcanza a 260.000 hectáreas y 92.000 hectáreas respectivamente, lo que implica una caída del 60% de la superficie sembrada de maíz y de arroz tomando en cuenta el principio del período, pero que demostrarían resiliencia del sector tomando en cuenta la magnitud de la crisis.
Sin embargo, para Aquiles Hopkins, Presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro) la producción de maíz actual no llega a las 100 mil ha.
Un resultado similar, de fuerte retroceso, encontramos al estudiar los llamados “cultivos tropicales”, a saber caña de azúcar, cacao, café y tabaco, puntales de la economía venezolana hasta el el boom de la industria petrolera venezolana en los años 20´s del siglo pasado.
Aún hoy, la caña sigue siendo el cultivo que más toneladas aporta a la producción vegetal del país. La producción disminuye un 40% en el período, aunque tiene un leve repunte en los años 2017 y 2018.
Producción familiar campesina
Si analizamos la producción que depende más de la pequeña propiedad campesina y menos de la mediana y gran propiedad, como son el sector frutícola, hortícola, raíces y tubérculos, más el sector cafetalero y el sector de cacao, vemos que el resultado al menos hasta el 2018 es diferente a la tendencia general.
La producción se ha sostenido e incluso en algunos rubros ha aumentado. Los que viven en las ciudades venezolanas saben que, hasta en los momentos de mayor desabastecimiento, siguieron llegando los camioncitos de frutas y verduras, los famosos “gochos”.
Habría que agregar que la crisis de la agroindustria, la escasez y el alto precio de los insumos y la misma necesidad de supervivencia alimentaria hizo que algunos productores viraran de los grandes cultivos a las frutas y hortalizas.
Y no estamos hablando de una producción marginal. Según el IICA estos rubros representan el 23% del PIB agrícola.
Esto parece explicarse por razones estructurales de la conformación del agro venezolano que han llevado, reformas agrarias mediante, a que el 70% de la propiedad rural sea familiar.
Según Rigoberto Rivera del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA)
«… hay dos agriculturas en Venezuela. Una es aquella que funciona muy apegada al Estado y cultiva fundamentalmente los rubros que apoya el Estado. Tales cultivos, generalmente conocidos como básicos o rubros estratégicos, son los cereales, carne, leche y oleaginosas, así como café y cacao. Estos son los rubros que tienen precios regulados y en estos los cultivadores han tenido dificultades para producir sin un financiamiento regular del Estado. Es casi una agricultura de contrato, en el cual el Estado pone la tierra, el financiamiento, las semillas, fijas los precios y compra la mayor parte de la producción, mientras el productor sólo pone el manejo de la finca.
La otra es la agricultura no-básica, como hortalizas y frutas, raíces y tubérculos, que en general funciona con escaso apoyo del Estado. Esta agricultura no tiene precios regulados. En estos rubros no regulados los productores familiares en general son muy eficientes.«
Los resultados parecen avalar estas palabras. Una agricultura de mediana y gran propiedad muy ligada al financiamiento del estado que subió cuando este financiamiento se acrecentó (período Chávez) y bajó cuando este disminuyó o desapareció (período Maduro) y otra agricultura más ligada a la propiedad familiar y campesina que se ha logrado mantener estable en todo el siglo XXI.
Podemos observar con más detalle esta tendencia a la “estabilidad” si observamos la producción de algunos rubros esenciales en la dieta del venezolano como son el tomate, la cebolla, el cambur y el plátano.
También sucede lo mismo con las hortalizas. La producción si bien tiene un pico en el 2015 se mantiene básicamente estable.
La superficie sembrada de hortalizas sigue el mismo patrón hasta el 2018, aunque la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos dice que disminuyó un 30% en este año 2020.
En el sector de las raíces y tubérculos hay un ligero descenso del 8% entre 2013 y 2018, arrastrado por la papa que sufre una fuerte caída en el 2017 donde según la FAO se cosecharon solo 11000 hectáreas y se produjeron 200 mil toneladas, muy lejos de las 28000 hectáreas sembradas y las 523 mil toneladas cosechadas en el 2015.
Gerson Pabón, director de Fedeagro en el 2018, expresaba en ese entonces que sólo se habían sembrado 7000 mil hectáreas en el 2017 y que la producción era de sólo 168.000 toneladas.
Con la producción de fruta sucede lo contrario, y aunque está también en el marco de la relativa estabilidad, tiene un pequeño ascenso de un 7% en la superficie cosechada en el período. Este comportamiento se puede ver ejemplificado en cuatro de las frutas más importantes para el pueblo venezolano como son el mango, la lechosa, la piña y la patilla. La producción de las cuatro crece ligeramente hasta el 2018.
El contraejemplo de esta tendencia a la estabilidad en la pequeña producción viene dado por el café, que disminuye su volumen aunque sin la gravedad de otros rubros. Si bien es un cultivo tradicionalmente trabajado por la pequeña propiedad familiar campesina, también es un cultivo ligado a la agroindustria.
Se vio afectado por la enfermedad de la Roya, el contrabando hacia Colombia, la importación de café, y las políticas de precio y monopolización de la cosecha por parte del Estado, perdiendo un 20% de la producción en el período.
Reportaje 3