Douglas Rodríguez Olarte: «Solo vemos las fuentes de agua como una llave que se abre»

por Jun 28, 2021Entrevistas, Justicia Ambiental

De Barquisimeto, estado Lara. Docente e investigador de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), con más de 25 años de experiencia sobre los recursos hidrobiológicos continentales y la evaluación de impacto ambiental en ecosistemas acuáticos, poblaciones y comunidades para su control, uso y conservación.


Imagine que frente a usted pasan cada segundo unos mil camiones cisternas y que cada uno contiene unos 37.000 litros de agua. Ese es el promedio de agua dulce que genera Venezuela, casi todo ese caudal corresponde al río Orinoco, el tercer río más caudaloso del mundo (37.000 m3/s).

Con esa imagen, Douglas Rodríguez Olarte, investigador de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), intenta ilustrar las enormes reservas de agua con las que cuenta nuestro país. Sin embargo, la mayoría de nuestras ciudades están sedientas.

Según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, en 2020 sólo un 14% de la población recibía agua de manera regular. Y sólo un 30% de las aguas residuales estaban siendo recolectadas, de acuerdo a la última información disponible del Instituto Nacional de Estadísticas en 2011.

El problema de acceso al agua y sus condiciones de potabilidad preocupan cada vez más a la población venezolana, pero para atenderlo no solo en sus síntomas es necesaria una visión menos utilitaria. En esta dirección, el Observatorio de Ecología Política de Venezuela (OEPV) comenzó a difundir la campaña Voces por el agua.

En entrevista para PH9, Rodríguez Olarte, quien es miembro del OEPV y participa de esta campaña, nos comparte algunos de los aportes que difundió en un análisis especial sobre la situación vulnerable de los embalses en Venezuela, y advierte sobre la necesidad de datos verificables y programas gubernamentales de atención en esta área.

Nuestros embalses están en riesgo, según su perspectiva, por una combinación de factores que también ponen en peligro nuestra salud, seguridad alimentaria y diversidad biológica. La deforestación de las cuencas, la contaminación por agroquímicos, la minería y las sequías cada vez más prolongadas producidas por el cambio climático global, son algunos de éstos.

Los embalses del Venezuela: ubicación de presas y embalses mayores, embalses contaminados, en construcción y en proyecto.
Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

PH9. ¿Cuántos embalses tiene Venezuela y en qué situación se encuentran?

DRO. Contabilizamos 110 embalses mayores y menores, 95% están ubicados al norte del Orinoco, principalmente en los piedemontes andinos y en la cordillera de la costa. Sin embargo, el más grande se encuentra al Sur: el Embalse de Guri, con un espejo de agua de 4.250 kilómetros cuadrados que, además de agua, provee de energía eléctrica al 70% del país.

Los más grandes, después de Guri, son el complejo Uribante-Caparo en el estado Táchira; el complejo de embalses Boconó, Tucupido y Masparro en los estados Portuguesa y Barinas; y el embalse del Guárico. Éste último alimenta uno de los sistemas de riego agrícola más importantes que tenemos.

No hay estadísticas generales de ninguna fuente oficial en el país para precisar el estado de cada uno de estos embalses, pero algunos estudios académicos permiten elaborar un análisis sobre la situación de algunos de ellos.

Por ejemplo, tenemos embalses que se han perdido por sedimentos como Guaremal, en la cuenca del río Turbio, en el estado Yaracuy. El desarrollo de una tesis de grado en la UCLA permitió reconocer que para el año 2000 este embalse tenía una reducción a 13 hectáreas de su espejo de agua, para el 2020 prácticamente desapareció, pasó a 0,3 hectáreas, bajo capas de sedimentos y la expansión de la cubierta vegetal.

También hay embalses bajo riesgo por acumulación de sedimentos, por contaminación, desecación, salinización o destrucción.

Algunos casos son los embalses de Agua Viva, que surte a un extenso sistema de riego en la costa oriental del Lago de Maracaibo; el embalse Dos Cerritos en el río Tocuyo, en el estado Lara, que abastece gran parte de la ciudad Barquisimeto; el Embalse Matícora en la zona costera del estado Falcón, que pasó de 3.178 hectáreas en 1985 a 1.922 en 2021.

El Embalse La Mariposa, que, con más de 70 años de funcionamiento, sucumbe ahogado por sedimentos y contaminantes generados por la expansión de la frontera urbana en su cuenca.

Aparte de los que están en riesgo de dejar de existir, están los embalses más contaminados: El Pao-Cachinche, que recibe las aguas contaminadas con desechos urbanos e industriales de la ciudad de Valencia; Embalses de Cumaripa recibe las aguas infectas del río Yaracuy; Embalse Las Majaguas recibe las aguas del depauperado río Turbio en el estado Lara.

En los Andes, hay mucha contaminación de aguas por residuos agrícolas que ingresan en muchos embalses, como el embalse de José Antonio Páez en el río Santo Domingo, Canoabo en el río Urama y Agua Viva en el río Motatán en el estado Trujillo.

No hay evidencias que indiquen que hay una contaminación generalizada, sino más bien concentrada en algunos sectores, por ejemplo en la región capital, parte de las empresas básicas del sur, en el piedemonte andino. Prevalece una contaminación orgánica generada por la agricultura, pero también porque casi ninguna planta de tratamiento está funcionando en el país.

Entonces, esa combinación de mal manejo, no tratamiento de aguas servidas, no tratamiento de desechos industriales, la minería legal e ilegal que genera una gran cantidad de sedimentos y contaminación por mercurio están actuando. Hay una gerencia y administración inadecuada de los recursos naturales, para su conservación y su tratamiento. No es solamente el hecho de recibir el agua de los ríos, sino también de tratarla para devolverla en buen estado a la naturaleza. El cambio climático tiene un efecto importante pero no se ha medido claramente, porque el cuerpo académico existente no dispone de recursos suficientes para dilucidar eso como en otros lugares.

Embalses en el piedemonte andino del Orinoco. Cuenca del Río Apure. Rìos libres, fragmentados y represados
Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

PH9. Según su informe hay muchos embalses en proyecto para construir, ¿más embalses sería la solución para mejorar la situación del agua en nuestras ciudades?

DRO. Muchos embalses más están en proyecto. Estamos hablando de quizá unos 300 puntos donde se ha sugerido y proyectado la construcción de pequeños y medianos embalses.

En varios casos, la construcción de embalses en Venezuela no justifica la destrucción de todo un ecosistema fluvial, y es posible que en la mayoría de los casos no existan paliativos ambientales para la restauración y conservación de aguas, hábitats y biotas.

Los embalses son megaproyectos que se convierten en estresores irreversibles; es muy difícil eliminarlos y eliminar sus efectos. Cuando se construye un embalse se determina una vida útil y, según la frecuencia, intensidad y duración de las precipitaciones y su proyección a futuro, se examina en qué momento ese embalse se va a colmar con sedimentos; se habla de vidas útiles de 50, 60 y 100 años. Ríos que tengan muy poca carga de sedimentos como los ríos del Amazonas tendría una vida útil más larga, pero los ríos andinos cargan muchos sedimentos y las vidas útiles son mucho más cortas. ¿Qué es lo que hay que hacer para mantenerlos? Cuando se construyen estos embalses, se determina un polígono de expropiación que es un área que no debe ser sometida a explotación agrícola, ni a ninguna otra actividad extractiva, porque genera muchos sedimentos; es un área que debe ser mantenida con reforestación.

Cuando construyes un embalse lo puedes eliminar, pero las secuelas ambientales perduran por mucho tiempo. Muchos de nosotros estamos en contra de embalses que no tienen utilidad socioambiental comprobada, una utilidad que compense la pérdida del ecosistema fluvial. Las propuestas típicas para hacer embalses son sanear tierras, cubrir con riego las áreas agrícolas, entonces, a lo mejor, estás fragmentando y colapsando un ecosistema acuático que es muy vital para una región, por ejemplo, al permitir y sostener las migraciones de peces y satisfacer las pesquerías, por un embalse con una utilidad muy restringida y, en muchos casos, limitada en el tiempo.

Reducción en un 80% del embalse La Mariposa
Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

PH9. ¿Cuál es la información que usted maneja sobre los programas gubernamentales que se están desarrollando para el monitoreo y la conservación de cuencas y embalses en el país?

DRO. Se dispone de poca información. Parece un mal general que las agencias gubernamentales, e incluso las Organizaciones No Gubernamentales y los grupos asociados con la obtención de datos sobre embalses en este caso, tengan tantas limitaciones para aportar sus datos e información para el uso público. Eso es una condición perniciosa que limita el estudio y administración de los atributos de los ecosistemas, desde la creación de herramientas para el biomonitoreo hasta el tratamiento de las aguas servidas.

Por un lado, esa opacidad comunicacional es típica del sector gubernamental y Venezuela se incluye plenamente. Es necesario conocer los números, las tendencias en cuanto a las aguas fluviales, pero al día de hoy, no se conoce bien si los pocos datos disponibles son adecuados, actualizados y ordenados como para ser utilizados.

En varias dependencias gubernamentales no tienen los datos históricos sobre los ríos, porque muchas estaciones climatológicas se han perdido o fueron desvalijadas, y con ellas series importantes de datos. Esto aplica con los datos históricos de caudales locales. Ese es un clamor para los ministerios relacionados con el ambiente y la agricultura: que actualicen, digitalicen y dispongan de los registros sobre las variables hidrobiológicas fundamentales.

Por otro lado, la legislación del país no se ha orientado para el biomonitoreo y la conservación de las cuencas hidrográficas en el contexto de conservar la diversidad biológica, más bien para proteger las fuentes de agua (lo cual está muy bien) y la potabilidad del agua. Eso es una carencia que debe ser resuelta en todo el país.

Otros países aplican programas de monitoreo desde el siglo pasado. Europa completa, por ejemplo, aplica el biomonitoreo de los ríos mediante las variables de las aguas y las comunidades de organismos para determinar periódicamente su calidad para la naturaleza y el consumo humano. Esto es posible porque disponen de bases de datos históricas y públicas que permiten inferir el estado de los ríos y los embalses.

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Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

PH9. ¿Qué iniciativas de justicia ambiental se pueden implementar ante la situación de los embalses en Venezuela?

DRO. Hay que comenzar con la remoción de embalses que no son necesarios, pero pensamos que la población en general no está sensibilizada con la conservación adecuada de la naturaleza. En un país con una larga historia de carencias de agua potable es poco viable y recomendable proponer la remoción de un embalse.

Pero hay una situación de interés: si revisamos la franja de montañas de las cordilleras de Venezuela notaremos que hay miles de pueblos, y en su mayoría extraen agua de acueductos asociados a una quebrada o a un pequeño río, directamente de los caudales. Entonces, también podemos pensar que mientras maduramos la idea de manejar mejor y eliminar embalses, hagamos algo con esos acueductos rudimentarios.

Más aún, ¿qué hacemos con los acueductos o tomas ilegales que son habituales en los sistemas agrícolas y no aportan recursos o acciones para la conservación del ecosistema fluvial? Estos eliminan los bosques ribereños y contaminan las aguas; muchos de los productores agrícolas tienen malas prácticas para la conservación del agua. ¿Se está aplicando algún impuesto, hay alguna medida de conservación, una medida restaurativa para el ambiente? Parece que no.

Es un punto importante al que debemos darle importancia y divulgación, e incluirlos a todos: desde la afectación de los pequeños ríos por las tomas y desvíos de agua, hasta la fragmentación de los grandes ríos por presas y diques. Cuando todos nos responsabilicemos, entonces la conservación tendrá más sentido.

Drenajes al Golfo de Venezuela
Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

PH9. En nuestros hogares venimos percibiendo la contaminación del agua. El agua llega más turbia y con mal olor en algunos estados. Incluso en algunas comunidades han realizado estudios químicos al agua y han denunciado que no es apta para el consumo. ¿Qué nos puede decir sobre cómo se puede evaluar la salud del agua?

DRO. Para evaluar el agua hay varias alternativas, pero primero tenemos que pensar si es la calidad del agua para que sea potable o la calidad de agua como medio de sustento de vida. El agua potable, como dicen algunos, es una sopa de cloro con bacterias muertas y para probar su calidad hay diferentes métodos químicos, fundamentalmente.

Existen estándares mundiales para medirlo. Por ejemplo, para los embalses se utilizan protocolos físicos y químicos para la precipitación de los sedimentos al fondo y así hacer que el agua sea más limpia y cristalina; esto además de aplicar agentes químicos para eliminar patógenos.

Ahora bien, los otros atributos, que son los que nosotros estudiamos, son los atributos ecológicos. Hay todo un cuerpo de evidencias que indica que un río que tenga una alta diversidad de especies y una complejidad de hábitat elevada, por lo usual, tiene aguas en muy buen estado.

Un río que puede estar muy bien aparentemente, incluso el agua puede estar cristalina y sus valores físicos y químicos pueden ser adecuados para el consumo humano, pero no tiene peces es preocupante. Son varios los casos en donde la corriente del río derivó un derrame de algún compuesto del que ahora no se le puede medir su presencia porque simplemente se diluyó, pero antes acabó con la vida acuática. Entonces, ¿cómo saber qué ocurrió si los indicadores biológicos no están para «contarnos»?

Nosotros utilizamos indicadores biológicos para inferir el estado de conservación de la cuenca hidrográfica y sus componentes. En otras palabras, es como un examen de aguas pero desde el punto de vista biológico; lo que se hace en la cuenca se expresa en los ríos y uno puede inferir cuáles son los estresores ambientales que más actúan. Aquí ya tenemos experiencias para decir que son el avance de la desforestación, la erosión de las riberas y las cuencas altas, los desechos urbanos y agroindustriales, y la minería.

Como reflexión sobre este tema te diría que si nosotros nos preocupamos nada más por la potabilidad del agua, además de que estamos siendo muy egoístas con el medio natural, no estamos cubriendo los pasivos ambientales de nuestro efecto en el uso del agua. En nuestra visión utilitaria de los ríos y las fuentes de agua, los vemos como una despensa, como una llave que se abre, sin preocuparnos a dónde va el agua, ni que se hace con el agua utilizada.

Ese es el grave problema, no es solamente la potabilidad, sino que no nos interesa de dónde viene el agua ni qué hacer para conservarla. Eso lo demuestra la intervención enorme de las cuencas altas y que no se hayan construido, reactivado y reacondicionado plantas de tratamiento al lado de las ciudades. Quizá el río más contaminado de Venezuela es el río Guaire, que atraviesa toda Caracas. Este desemboca en el Tuy, el cual lleva 70 metros cúbicos de aguas contaminadas y perdidas que van al mar. Y llegan, por ejemplo, a las playas de Sotillo, Higuerote, Carenero y Buche donde la gente se baña y pesca. Ahí están acaso todos los estratos sociales disfrutando de los beneficios del turismo, todos se bañan un poco en las aguas del Guaire. Todos recibimos un poco de lo que hacemos a los ríos.

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